—Nunca la hemos quitado... —las palabras de mi padre se quedan resonando con una efervescencia terrorífica.
Él siempre tenía la frase perfecta para cada momento. Mi preferida era «El miedo es una parte de nosotros que no sabemos dominar», y me la formuló cuando le conté lo de la puerta.
En el pasillo contiguo a mi cuarto había una puerta que siempre estaba cerrada. A veces intentaba abrirla, pero era imposible, y eso que no tenía ningún cerrojo; estaba como pegada a la pared.
—Papá, ¿dónde lleva esta puerta? —pregunté un día.
—A nada.
—¿Cómo?
—Es decir —sonrió—, esta casa era el doble de grande. Pertenecía al abuelo. Por aquí se accedía la otra ala, él la vendió a un banco que la derruyó para construir unos pisos que nunca se edificaron.
—¿Y por qué no la quitó?
—Le gustaba —seguía riendo—, es como una parte de la casa.
Ese día dejé de obsesionarme con ella... hasta que vino la luz.
Una noche, la reverberación de unos cuchicheos gélidos me despertaron con la pesadillesca sensación de asfixia. Un mal sueño, pero cuando me serené una luz apareció por el pasillo. Mis padres solían levantarse en esporádicas visitas al lavabo y no pensé más en ello. De pronto, unos golpes como venidos de otro edificio irrumpieron en la quietud de la noche. Ahí sí me asusté. Intenté ir al cuarto de mis padres, pero al salir al pasillo presencié que la luz refulgía por los bordes de la misteriosa puerta. Aterrorizado, regresé al cobijo de mi cama.
—Me mentiste, papá —le abordé al día siguiente.
—¿Cómo? —en su cara afloraba duda y preocupación por mi apariencia asustada.
—Ahí vive alguien —señalé la puerta.
—¿Eh...? Ya te dije que...
—¡No! —corté con más sobresalto que ira—, anoche salía luz de detrás.
Él, al leer el temor en mis ojos, entonó su mágica frase.
—Yo también era miedoso, pero el miedo es una parte de nosotros que no sabemos dominar.
Luego fuimos a una tienda y compramos una lamparilla de noche azulada con estrellitas purpúreas.
La encendí antes de irme a dormir. Su luminosidad no dejaba que entrara la luz, y logré dormirme. Pero el miedo es una parte de nosotros que no podemos dominar, sobre todo cuando unos siseos gélidos me despertaron. Removí la cabeza aturdido. La lámpara seguía encendida. Eso me tranquilizó, aunque solo el instante que tardé en ver a un hombre en el umbral de la puerta de mi habitación, mirándome con la cara desencajada y un palo desafiante en su mano. No grité, no pude, aunque tampoco sé qué pasó después.
Al día siguiente, mis padres me encontraron acurrucado y en trance delante de la misteriosa puerta. Cuando volví en mí, les conté lo del enajenado que vivía detrás de la puerta supuestamente cerrada y que vino a por mí por haberlo descubierto. Ellos intentaron consolarme diciéndome que durante el duermevela la mente está aturdida y malinterpreta la realidad.
Pero el miedo seguía siendo eso que no podemos controlar.
Tanto las noche como las puertas cerradas empezaron a aterrarme. Mis padres, angustiados, me llevaron a terapia, sin éxito. Finalmente tuvieron que retirar la puerta. No me lo dijeron, ni yo lo pregunté, simplemente un día no estaba.
Mis dolencias remitieron. Incluso los amargos recuerdos quedaron mitigados a vagas remembranzas de otra vida. El tiempo pasó, terminé los estudios y me independicé sin volver a sufrir ningún nuevo ataque... hasta hoy que mis padres me han invitado a cenar en su casa.
—¡Buenas! —digo al entrar, pero nadie contesta, solo una luz asomando por el pasillo.
Me dirijo a ver y me quedo inmóvil. De pronto, me llaman al teléfono.
—¿Llegaste? —es mi padre—, nosotros tardamos —silencio—. ¿Hola?
—Ha vuelto... —susurro al fin.
—¿Qué?
—La puerta del pasillo...
—¿Cómo? —comenta intranquilo.
—La que quitasteis porque me aterrorizaba, ha vuelto...
—Esto... —calla unos tensos segundos y entonces lo dice—: Nunca la hemos quitado... —sus palabras se quedan resonando con la efervescencia de mis antiguos temores.
—¡¿Qué...?! —grito y el intermitente pitido de una llamada cortada me contesta.
Corro a la salida, pero su puerta está atrancada. Entonces, siento una presencia gélida que me retuerce los huesos. Me escondo en el lavabo mientras comienzan a aflorar los temores que nunca me abandonaron. Porque el miedo no es una parte de nosotros que no sabemos dominar, sino algo ajeno que quedó enquistado.
Me miro al espejo. Este escupe la imagen de una cara desencajada con unos ojos que casi no caben en sus órbitas y temen salir rodando entre sudor y escalofríos. El recuerdo del monstruo vuelve a mis retinas como si lo tuviera delante. Sin embargo, me asalta una obviedad: ahora no soy un renacuajo indefenso, sino una persona adulta con mayor fuerza de defensa.
Desenrosco el cabezal de la fregona que solemos guardar en el lavabo, agarro el palo, trago saliva y voy hacia la puerta luminosa. Para mi sorpresa, cuando me tiene delante, esta se abre dejando entrar una pestilencia helada. La atravieso y aparezco en un pasillo como el de mi casa, pero construido con una simetría espejada. La supuesta luz sale de una habitación a mi izquierda. Avanzo y me detengo en su umbral con el palo en alto. Entonces lo veo: un niño en una cama, mirándome con unos ojos fríos donde se refleja la luz de una lamparilla de noche azulada con estrellitas purpúreas.
Imágenes obtenidas de internet, si están sujetas a derechos que se me avise y las retiraré.
En miedo es una parte de nosotros que no sabemos dominar. Me encanta. Un relato magnífico desde el principio pero, especialmente, el final. El interés va in crescendo. El lenguaje perfecto. Quizás yo quitaría, cuando dices que la puerta está como atrancada, el como. La luz como protagonista y reencontrarse con él mismo. Me ha parecido un relato de diez en un género difícil de hacerlo bien para enganchar al lector como tú lo has hecho.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Isan, pues sí, cada uno tiene sus miedos, pero quería hablar del que nace en nosotros. Me alegra mucho que te gustara el final, es lo que primero se m e ocurrió y el germen del relato. Por cierto, me parece mejor la opción que apuntas, lo cambio en seguida.
EliminarUn abrazo y espero tu relato!
Muy buenas Pepe,
ResponderEliminarEl final de tu historia es del todo inesperado. Me ha gustado ese giro. Por otra parte, en el párrafo que comienza con la frase "Una noche, la reverberación de unos cuchicheos...", me da la sensación de que tanto la palabra "padres" como "luz" se repiten muy seguidamente. Aunque, claro está, también puede ser una tontería mía. Por lo demás, tu relato me ha gustado. El argumento me parece muy bueno, y lo encuentro embellecido por ese final que, como te dije antes, creo que nadie será capaz de predecir al comenzar a leer.¡Mucha suerte en el Tintero!
Hola, Ulises, como le he dicho a Isan, me alegra mucho esa opinión del final que me has dicho, pero también las palabrss amables, y no te preocupes por lo que dices, me gusta mucho que me digan puntos a mejorar, aunque en lo de los padres podría ser (le daré una vuelta), pero en la luz no, porque al principio del párrafo es una luz y después es "la luz".
EliminarMuchas gracias por pasar y comentar, mucha suerte y un abrazo.
Hola Pepe, la puerta siempre está allí y estará hasta que uno se atreva a abrirla. Nos lleva al monstruo de nosotros mismos, a ese ante el que temblamos, pero en el instante del coraje, el monstruo se convierte en el niño de nuestro miedo. Ese es el monstruo. Felicitaciones.
ResponderEliminarHola, Juana, muy buen análisis de lo escrito. Muchas gracias por pasar y comentar. Me alegra que te gustara.
EliminarUn abrazo.
Hola, Pepe: Felicitaciones por esta historia tan original y sólida. Los miedos dejan de serlo cuando se los enfrenta y se aceptan.
ResponderEliminarAsí es, o por lo menos, así debía ser.
EliminarMuchas gracias por pasar y un abrazo.
Hola Pepe
ResponderEliminarNo sé qué tienen las puertas que da para mucha literatura, más aún si está cerrada y nos prohíben entrar.
Un cuento redondo. Un bucle en que la puerta es el eje central del miedo del niño-hombre-niño. Ni siquiera el lema de que “el miedo es una parte de…” puede exorcizar el temor a la puerta y a lo que hay tras ella.
Gran final, que no quiero desvelar con mi comentario.
Pepe ¡pedazo relato te has marcado!
Va a ser muy difícil elegir en esta convocatoria del terror.
Isabel!, gracias por pasar. Las puertas, dentro o fuera de la literatura, siempre me dan miedo, y traté de plasmarlo aquí. Muchas gracias por pasar y por tus amables palabras.
EliminarUn abrazo.
Hola Pepe. Un relato estupendo, de lo mejor de lo que llevo leído en esta convocatoria. Me llamó mucho la atención la primera frase en presente, cuando luego el relato continúa en pasado. Pensé si se trataría de un error o era intencionado, la respuesta está más adelante cuando con una transición perfecta nos llevas de nuevo al presente para rematar la historia. La puerta focaliza el miedo a lo desconocido, tan arraigado en nuestro interior, con el agravante de que ese miedo se encuentra dentro de casa, un lugar en el que todos sentimos encontrarnos a salvo. Partes de los temores irracionales de un niño y les das continuidad en la edad adulta, donde supuestamente la racionalidad debiera ser la tónica. Genial la parte en la que se hace ver que los padres han sellado la puerta, nos has engañado a todos, pero en una segunda lectura comprobamos que en realidad nunca ocurrió tal cosa y todo estaba en la imaginación del niño, una escena escrita con la pulcritud suficiente para fijarnos esa idea pero que al mismo tiempo quedase coherente con lo que realmente ocurrió. El final, donde el hombre maduro se reencuentra consigo mismo y con sus temores infantiles que siguen anclados a su subconsciente, es un estupendo colofón a una narración llevada con maestría.
ResponderEliminarMuy buen relato de género de terror que sin duda llegará muy alto. Un abrazo.
Hola, Jorge, me alegro que resaltes ese cambio de la forma verbal, porque me costó dar con la tecla. La verdad es que un texto en primera persona y en presente siempre me ha recordado a una persona enajenada hablando, y por eso quise que el final estuviera en ese modo. La verdad es que en un texto de carácter circular, los pequeños detalles siempre cuentan, y que te haya pasado eso en la segunda lectura no hace sino darme la sensación de que algo habré conseguido.
EliminarMuchísimas gracias por tu amable, extenso y bien analizado comentario.
Un abrazo.
Por cierto, felicidades por tu recién tintero.
Pepe nos has llevado de la mano de una puerta al miedo que no se puede controlar. Lo he vivido como si me pasara a mí. Buen relato con mucha puntuación que merece. Un abrazo.
ResponderEliminarPues si lo has podido vivir en primera persona es más de lo que podría pedir.
EliminarMuchas gracias por pasar y un fuerte abrazo.
A mí también me ha gustado mucho tu relato, Pepe. Muy buena historia con un final magnífico. Felicidades y mucha suerte.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado. Muchas gracias y un fuerte abrazo.
EliminarMuy buen relato, Pepe. Escrito a la perfección y con un gusto excelente. La historia fluye con naturalidad, cuyo eje central es ese miedo como algo nuestro que no podemos controlar.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en el concurso, algo que desde luego no tienes con Facebook, je, je, je.
Un abrazo.
Me has hecho sonrojar con tus palabras, Bruno, me alegra mucho que te haya gustado.
EliminarY lo de facebook... tampoco es que me guste mucho esa red así que da igual, je, je, je.
Un abrazo compañero.
Hola Pepe! Tu relato me ha gustado mucho porque relatas con maestría una experiencia de terrores nocturnos desde la mirada de un niño, así como la huella que esos miedos dejan en la mente de ese niño cuando ya es un hombre. A mí de pequeño también me asustaba mucho la oscuridad y tu historia me ha evocado aquellos años. Han contribuido a ello frases como ésta: "Luego fuimos a una tienda y compramos una lamparilla de noche azulada con estrellitas purpúreas."
ResponderEliminarPepe, te felicito por este trabajo tan bueno, con ese giro final totalmente imprevisible. Sin duda, estará entre mis favoritos. Cuídate mucho y un abrazo!
A mí también me asustaba mucho la oscuridad, Beri, se ha notado, ¿no? Cada ruido, cada ráfaga de aire, la sensación de no estar solo... Una vez, en el marco de la ventana de mi cuarto, me encontré las marcas de dos manos, como si alguien se hubiera manchado de pintura y las hubiera apoyado en el marco, aunque al final resultó que esas marcas llevaban allí toda la vida, je, je.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado. Muchas gracias por pasar y un abrazo.
¡Hola Pepe!
ResponderEliminarUna buena historia que incide en las raíces de lo que se llama "autofobia" o el miedo a nosotros mismos, a nuestro vacío y a nuestro aislamiento, a tener que escucharnos y definirnos. Algo que el protagonista y narrador en primera persona, terminará por aceptar a modo de autoaprendizaje.
Me gusta la idea hacer converger el origen del miedo al misterio que produce una puerta cerrada. Esto me ha evocado el primer microrreto para El Tintero, antes de iniciar este concurso, que se denominó "La puerta", como el título de este relato.
Otro gran recurso literario que has utilizado es la anáfora, que le da consistencia y viene a ser el "cocodrilo" del que también nos hablaba David Rubio en su entrada del blog "Como atrapar a un lector".
En cuanto a la maestría con la que sabes exprimir el uso de los diálogos, no quiero ser reiterativa, pero ahí queda dicho.
Otro punto importante a señalar es el "modo bucle" del que te sirves para conectar la infancia con la fase adulta y viceversa, asumiendo el pasado para llegar a su propio autoconocimiento.
Un interesante relato donde el terror psicológico juega un importante papel y que cumple sobradamente con las condiciones del concurso, por lo que te mereces un buen lugar en la final.
Un fuerte abrazo.
¡Estrella!, yo no participé en aquel microrrelato de "La puerta" del tintero, en aquellos remotos tiempos aún no pertenecía a la comunidad del Tintero, y pensándolo sí que me parecen remotos...
EliminarPues no conocía la autofobia, pero la verdad es que me parece algo por lo que pasa mucha gente, aunque sea en breves periodos de su vida. Lo cierto es que el miedo se puede manifestar de las maneras que menos nos esperamos.
Me alegra que resaltes el recurso de la anáfora y agradecidísimo por tus alabanzas a mi forma de dialogar, ya sabes que me gusta tanto que en mis escritos tengo que intentar no abusar de ellos je, je, je.
Encantadísimo me dejas con tu gran comentario, como de costumbre, me alegra mucho que te haya gustado.
Un abrazo y nos leemos!
Hola, Pepe. De nuevo, nos sorprendes con una singular historia, con un argumento complejo muy bien llevado y mejor rematado. Tuve que leerla dos veces para comprenderla bien. Me parece muy ingenioso el planteamiento, el niño que se encuentra con su yo adulto, que, a su vez rememora sus terrores infantiles. Esa puerta vertebra el relato como una entrada a otra dimensión temporal, fusionando pasado y presente. En resumen, un gran relato, sigues manteniendo en alto tu nivel.
ResponderEliminarMucha Suerte en El Tintero. Un abrazo.
Paco, primero felicitarte por ese Tintero de oro, estás "on fire", je, je, je. Me alegra que a una persona con tu maestría le lleguen a sorprender mis relatos, eso ya es más de lo que uno pueda pedir. El nivel de este concurso es tan alto que solo poder participar y que los relatos hagan pasar un buen rato al lector es muy gratificante.
EliminarUn abrazo.
Hola, Pepe. Magnífico relato. Atrapa y hace explorar nuestros propios miedos. No sabía de la autofobia que menciona Estrella. Pero, sin dudas, los miedos se originan en objetos extraños enquistados en nuestro interior y que no podemos dominar.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Mirna, muchas gracias por pasar. los miedos son puñeteros, pero, como pasa en tu relato, también nos pueden perseguir hasta encontrarnos para no dejarnos escapar, je, je, je.
EliminarUn abrazo.
Al final lo has logrado: me has hecho pasar miedo, je,je. Los delirios de un niño que no son tales. ¿O sí?
ResponderEliminarDurante un tiempo, de niño, tenía una pesadilla recurrente: una fuerza irresistible me arrastraba hasta el piso de enfrente, en el mismo rellano, un piso en el que había vivido una pareja de ancianos que habían fallecido y había quedado desocupado.
La puertas cerradas sin saber qué hay detrás de ellas, inspiran mucho miedo en los niños,
Estupendo relato para el concurso. Que tengas suerte. Te dejo porque voy a publicar el mío, ja,ja,ja.
Un abrazo, Pepe.
Pues si lo he logrado me quedo satisfecho. Y la veracidad de los delirios la dejo a gusto de consumidor, je, je.
EliminarMenudas pesadillas las que solías padecer, es para dejar de dormir una temporada, seguro que valiéndote de ellas y juntándolas con tu imaginación y maestría también consigues que pase un rato terrorífico.
Un abrazo y ahora nos leemos!
Qué buen relato sobre el miedo interior que se genera dentro de uno. Me ha llevado a los cuentos terroríficos que nos contaban de niños comod Barba Azul.
ResponderEliminarCreas una atmósfera que te contagia la angustia del niño y te temes lo peor.
El final para quitarse el sombrero. El enfrentamiento del protagonista a sus propios miedos te da una dimensión completamente diferente a la que uno se imagina del relato. Y ese sorprendente final, a mi entender, hace que el texto sea sublime.
Felicidades, Pepe, un placer de lectura.
Hola, María Pilar. Como dices es como un cuento de niños que se hace mayor como el protagonista de esta historia. Me alegra que te gustara y pasaras una agradable lectura.
EliminarUn abrazo y nos leemos.
Interesante como escribes y manejas cada una de tus letras.Me gusta tu blog es diferentemente bueno
ResponderEliminarHola, Recomenzar, muchas gracias por tus palabras.
EliminarUn abrazo.
Hola Pepe. El cierre al círculo bien trazado remacha la descripción metódica del miedo, del narrador personaje. Gracias y haya salud
ResponderEliminarHola, Barry, gracias a ti por pasar y comentar.
EliminarUn abrazo y salud también.
Hola Pepe de diez.
ResponderEliminarLa idea, la trama, el final... me encanta. El genero de terror se te da como las setas, no puedo hacer más que felicitarte.
Suerte y abrazos.
Hola, Paola, me alegra mucho que te gustara, y ese Diez, viniendo de ti, es un premio de gran calibre.
EliminarCreo que a mí me gustan los relatos de intriga, y el terror tiene algo de eso, creo.
Un abrazo y nos leemos!
Gran relato, Pepe. Se están poniendo caros los Tinteros en esta edición.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues cuanto más caros, mejor, je, je.
EliminarMuchas gracias por pasar, Chema.
Un abrazo.
Hola,Pepe. Me ha gustado muchísimo tu relato. Has sabido plasmar con claridad y certeza una idea genial. Los miedos de un niño,que parecían superados ya de adulto, retornan al encontrarse consigo mismo tras la puerta misteriosa.Sin duda, una imagen impactante y genial cierre al relato. Un abrazo y suerte en el Tintero.
ResponderEliminarHola, José, me alegro que te gustara, no es fácil ponerse en la piel de un niño, por eso me alegra que lo hayas visto de ede modo.
EliminarUn abrazo y suerte para ti también.
Gran relato el que nos has regalado, Pepe, me ha encantado. La idea en sí, la forma de trasladárnosla, todo está cuidado dentro de una narración impecable y he disfrutado al máximo con su lectura.
ResponderEliminarTe felicito, compañero, y te deseo mucha suerte en El Tintero.
Un fuerte abrazo junto al deseo de que la salud te acompañe sin limitaciones.
El regalo es mutuo, Patxi, la lectura de cada relato ha sido impactante y grata.
EliminarMe alegra que te gustara y que resaltes la narración, siempre es algo que se agradece.
Un abrazo, también muy Fuerte, y mucha suerte para ti.
Saludos cordiales desde Venezuela. Un gran relato para transmitir que el miedo solo está en nuestra mente, por fin aquel niño venció el miedo y lo enfrentó.
ResponderEliminarHola, Raquel, espero que estéis bien allá en Vebezuela, aquí, digan lo que digan, no lo sabremos nunca. Eso es, el miedo empieza y acaba en nosotros, o puede que nunca acabe... Je, je, je.
EliminarUn abrazo y muchas gracias por pasar.
Te ha quedado redondo, desde el principio al fin mantienes la tensión al llegar al final la sorpresa es desbordante.
ResponderEliminarMuy logrado, te felicito
Un abrazo Pepe y suerte en el concurso
Puri
Hola, Puri, me alegra que te pareciera redondo, me gustan mucho los cuentos circulares, pero son difíciles de pensar.
EliminarMuchas gracias por pasar y mucha suerte tabién.
Un abrazo.
Hola Pepe, nunca defraudas, me gustan tus letras compañero, historias contadas con diálogos que dominas perfectamente. En este caso, el encuentro con tu propio miedo, genial. Esa puerta, ese armario, son elementos que a mi me daban miedo de niña. Bueno yo soy muy sensible a sombras, medias luces, ruidillos y demás, y mi subconsciente, como lo sabe, me las hacía pasar canutas, ahora solo me pasa con pelis de miedo. Así que me he metido de lleno en la historia como puedes imaginar. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Eme, me alegra que te gusten mis relatos, pero más aún que hayas pasado un momento aterrador, je, je. Los miedosos tenemos siempre el subconsciente en contra, y por muy mayores que nos hagamos el miedo continúa ahí.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar y mucha suerte en el tintero.
Por cierto, vi en el facebook tu maravillosa interpretación del relato del "Las moscas de la grisalla", felicidades, me encantó.
Un abrazo.
Saludos Pepe, me ha gustado mucho tu relato, es muy profundo e interesante. Y qué decir del final?!, grandioso, pasado y futuro a los lados de esa puerta. Éxitos y bendiciones!
ResponderEliminarHola, Mery, muchas gracias por pasar, me alegra que te haya gustado y hayas pasado un pequeño buen rato, de eso se trata.
EliminarUn abrazo.
Realmente has construido una historia de terror en toda regla. El detalle de la puerta como objeto de temor, me ha recordado la película Monstruos S.A. Nuestros miedos claramente son un reflejo externo de los que anidan en nuestro interior.
ResponderEliminarEspero sepas disculpar mi tardanza en comentar, creí haberlo hecho, pero hoy releyendo para la votación vi que estaba equivocado.
Un abrazo.
Pues, ¿sabes, Francisco? Hace unos meses mi hijo descubrió esa película y la veíamos cada día. Nos sabíamos cada detalle al milímetro y a lo mejor algo de ella me habrá influenciado, je, je.
EliminarMuchas gracias por pasar, me alegro mucho que te gustara.
Un abrazo.
Me ha impresionado tu relato, me sumo s las felicitaciones de los compañeros. Has creado un relato redondo y cerrado el circulo del miedo-superación de forma magistral. Enhorabuena por esta propuesta de tan alto nivel, merecedor de podium.
ResponderEliminarUn abrazo
Araceli, no tengo sino palabras de agradecimiento por tus elogios. Lo que más me alegra de tu comentario y del resto es que le hayáis visto redondez, porque me lo planteé así y al final, pues, salió bien.
EliminarMuchas gracias por pasar y un abrazo.
ResponderEliminarHola Pepe!
!¡Wow! escalofriante, me ha encantado la ambientación de terror psicológico ¡Es buenisimo!
¡Felicidades y suerte en El tintero!
hola, Yessy, me alegra verte por aquí y sobre todo que pasaras un rato escalofriante.
EliminarUn abrazo y nos leemos!
¡Enhorabuena, campeón! por tu tintero de oro con tu fantástico y original relato.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
¡Estrella! Pues muchísimas gracias, estoy que aún no acabo de creérmelo.
EliminarUn abrazo y nos leemos pronto con un cafelillo.
Felicidades Pepe por ese oro tan bien merecido. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, compañero, ha sido una grata sorpresa.
EliminarOtro abrazo.
Te felicito de veras por ese Tintero de Oro que tiene valor en sí y más todavía compitiendo con tan buenos relatos como los que había.
ResponderEliminarUn abrazo.
Isan, muchas gracias, compañero, como dices, el nivel era altísimo, por eso no me lo esperaba ganarlo.
EliminarTe eché de menos, en la siguiente edición nos leemos, ¿eh? Aunque antes nos haremos ese café en literautas.
Toc-toc... ¿se puede?
ResponderEliminarFelicidades Pepe por tu flamante TINTERO DE ORO
Un abrazo enorme compañero.
Cuiadito con llamar a las puertad, Isabel, qué no se sabe lo que puede salir, je, je, je.
EliminarMuchas gracias, compañera. Un abrazo y nos leemos ahora en na.
ENHORABUENA, Pepe, por tu flamante Tintero de Oro. Tu gran relato puntuó muy alto, recogiendo un unánime y merecido elogio. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Paco, muchísimas gracias, la verdad es que solo los comentarios y el poder ser uno más de entre tanto talento es más que gratificante.
EliminarMuchas gracias y nos leemos pronto!
Felicidades Pepe por ese primer Tintero de Oro, que a buen seguro estarás saboreando. Ya te comenté que tu relato me pareció realmente bueno y ha tenido el merecido reconocimiento de los compañeros. Un abrazo!
ResponderEliminarPues Jorge, no te voy a decir que el tintero no me hizo ilusión, que me hizo mucha, pero una de las cosas que más valoro del concurso es el proceso de elaboración de cada relato, el compartirlo y leer las demás propuestas y, sobre todo, recibir comentarios tan gratificantes y constructivos como el que me dejaste tú en esta misma entrada. Lo demás está de más.
EliminarPor cierto, felicidades a ti también por quedar en mención, aunque ya te digo que podrías haber quedado más arriba; para mí tu relato es de los que más me gustó.
Muchas gracias por pasar de nuevo y un fuerte abrazo.
¡Felicidades! Tremendo relato, merecedor del galardón obtenido.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, José, muchas gracias! Y enhorabuena a ti por la mención.
EliminarUn abrazo y nos leemos en la próxima.