Ahora sí (y por fin) podemos decir que no estamos solos






Aunque hoy en día parezca algo sacrílego, la odisea en la tierra de los Seres fue difícil. Su llegada, hace diez años, fue recibida con bastante rechazo social. En aquella época la sociedad estaba bastante revuelta. Los negacionistas alegaron que dichos seres eran otra maña gubernamental para justificar las crecientes crisis energéticas. Por otro lado, los agoreristas, también llamados tragacionistas indignados, alegaban que los Seres no solo eran los culpables de las crisis energéticas, sino también los causantes de la primera Gran Pandemia de 2020 trayendo esos virus mutantes que no crean inmunidad y resistentes a las vacunas. El término alienígena era sinónimo de aversión.
        Las autoridades se vieron obligadas a ceder ante la opinión publica.
    Sin embargo, el parecer social cambió. Los colectivos reprimidos vieron reflejada en ellos su desdicha. Muchos adjuntaron la “A” a sus siglas como parte de la sempiterna protesta por la igualdad. Ese hecho, junto con el desvío de atención de los negacionistas y agoreristas hacia las polémicas imágenes del reverso oscuro de la segunda luna de Marte, cambió el rumbo del malestar alienígena. Rumbo finalmente recompensado, ayer mismo, por el gobierno global: los aliens ya son un nuevo integrante terrícola. Además, a modo de disculpa ante las adversidades sufridas, se ha acordado que son terrícolas no desde ayer, sino desde que llegaron hace diez años.
        Ahora solo queda resolver los trámites con hacienda. Y es que, los nuevos terrícolas se enfrentan a serias sanciones y multas. Algo totalmente entendible; llevan una década evadiendo impuestos.