Instantáneas furtivas

 




La niña de atrás no deja de darme patadas. Odio estas compañías baratas. Son todas iguales. No sé cómo me atreví a viajar así. Sobre todo en un viaje tan largo. Los asientos son inocuos, asépticos. Todos huelen a esa nada que no evoca a nada. Y pequeños. Muy pequeños. La gente se amontona en el pasillo central, o pasa a través de ti, o sientes cómo traga su propia saliva. Ya la ida fue un suplicio.
    ¿Y ella? ¿Dónde se habrá metido?
    Me ha dicho que fuera entrando, que iba a comprar no sé qué. ¿No sé qué? ¿Qué es un noséqué?
    La gente sigue colmando el pasillo central. Llena los compartimentos de maletas o simplemente está de cháchara esperando poder ocupar su asiento. Solo pocos lo hemos hecho. La niña de detrás, la de las patadas, y un tipo delante. Este parece ausente, pero solo porque está de cara a ese vil aparejo, su móvil, mirando fotos. Se ven a todo color. Los asientos están tan juntos que puedo verle hasta la sonrisa mientras posa delante de la Gran dama, en una posición cómica, que juega con la perspectiva de la foto para parecer que le está dando un beso. Muy tierno. Ahora pasa con el dedo y me ofrece una nueva. Otra vez él mismo junto a una enorme marabunta de gente en el centro de Union Square. Se le ve feliz, aunque no del todo, como si le faltara algo. Pasa a otra y aparece bien tieso en la enorme terraza del Empire State building. Sigue con esa sonrisa falsa, incompleta. ¿Por qué? Además, ¿quién le hará las fotos? Porque no son las típicas instantáneas que se suelen hacer a uno mismo, esos selfis o algo así. Está como si alguien se las estuviera haciendo. ¿Quién? ¿Será un desconocido al que le pide un favor? ¿O será otra cosa? En uno de sus dedos brilla un anillo plateado con una gran franja dorada en el centro. Es un anillo de casado, así que puede que sea su mujer la que hace las fotos, pero ¿por qué no sale en ninguna?
    Ahora aparece en Central Park. En este caso no posa. Le han fotografiado sin que se diera cuenta. Se nota que hay cariño en esa instantánea, como si el que la hubiera hecho le hubiera impreso esa parte de felicidad que le faltaba a las primeras. Pasa otra foto. Continúa en Central Park, en el mismo lugar que en la instantánea de antes, pero ahora mirando a la cámara y riendo, se ha dado cuenta de que estaban fotografiándole furtivamente. Esa risa sí que es completa. O casi. Falta algo.
    Falta ella.
    La siguiente es él corriendo hacia la cámara. Va a por ella, y, por fin, en la siguiente ya salen los dos. Felices, una felicidad plena. Ella es rubia, pelo revuelto, tez blanca y mirada soñadora.
    Así que era ella la que le fotografiaba. Aunque, no está sentada con él en el avión. ¿Estará viajando solo? No creo; no parece un hombre de negocios, más bien una persona normal y corriente, como yo.
    El pasillo sigue con su bullicio y yo contemplando a la parejita en diversas instantáneas del móvil. Siempre felices. Una de las típicas y felices parejas normales y corrientes, con vidas intransigentes y nombres comunes tipo Pepe y… ¿María? ¿Teresa? ¿Helena? No. Ella no parece tener un nombre común, más bien… ¡Hellen! Sí, tiene ese noséqué, ese deje de Hellen. Me encanta ese nombre. Me encanta cómo le mira, y cómo parece que él se siente cuando están juntos. Ahora, en La Quinta Avenida, un enorme escenario que, como complemento, no está a la altura. En este caso se ven cansados a causa de un agotador día. A él le asoman unas ojeras incipientes. Ella con el pelo más desecho, también ojeras, incluso otras marcas, aunque su estampa siga siendo divina. En la siguiente foto asemejan más cansados, o más bien como si hubieran envejecido. De hecho es lo que parece. Puede que este tipo esté contrastando fotos pasadas con viejas, no alcanzo a verlo de cara, aunque eso da igual; sus sonrisas siguen dando luz a la estampa. En la siguiente él tiene el pelo blanquecino, ahora están en Rockefeller Center. Es de noche, las farolas arrojan rayos que otorgan una mezcla de sombras y grises…
    —¿Qué haces? —dicen a mi lado. Es Hellen, por fin, ha vuelto.
    Me incorporo algo sobresaltado, aunque más avergonzado. Ella ríe con esa sonrisa luminosa y trata de alisarse su siempre deshecho pelo amarillo.
    —Nada, nada…, pensando.
    —¿Pensando? —Me agarra la mano y acaricia el dedo donde la extraña alianza plateada con una tira dorada por el centro que eligió para nuestra boda brilla desde hace años—. ¿Y por qué tienes esa sonrisa tan tonta en la cara? ¿Al final ha sido buena idea volver de visita, eh?
    No digo nada. La vorágine de gente ocupa sus asientos. Esto arranca, aunque la niña de detrás siga son sus patadas. Delante, el tipo guarda el móvil. Su mujer no ha aparecido; puede que al final sí sea uno de esos tipos de negocios. A mi lado, Hellen aferra mi mano. Le ponen nerviosa los despegues.
    —Tranquila —le digo. Ella asiente y se apoya en mí. Su pelo huele a recuerdos, a felicidad, a instantáneas furtivas; a esa gran ciudad donde un día nos conocimos.

65 comentarios:

  1. Muchas gracias, Pepe, por participar con este relato en el homenaje a Carmen Martín Gaite. Mucha suerte.

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  2. ¡Pepe, por fin! Te estaba esperando como Whitman y temía qu ese "noséqué" de la vida te hiciera pasar la fecha. Por supuesto, encantada de volver a leerte. Qué maravillosas instantáneas de la vida has logrado con ese aparatito que llevamos cada día, pero sobre todo con tu excelente literatura. Qué bueno que Hellen llegó a tiempo, así la niña no logra molestar aunque se empeñe. Como siempr, fuera de serie. Un gran abrazo

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    1. Jo, Juana, así da gusto compartir las letras. Casi me pilla el toro, sí, pero el noséqué pudo dar con algo. Los móviles son herramientas que a veces nos proporcionan alguna que otra idea.
      Un enorme placer tu visita, Juana.
      Un fuerte abrazo!

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  3. Hola, Pepe, una marabunta de pensamientos recorre a tu protagonista, ya antes de llegar se ve en la ciudad de la marabunta de gente, ¿se ha contaminado con anticipio? Jeje, en cualquier caso menos mal que su compañera llegó. Un relato donde se te reconoce en cada línea, muy de tu estilo.
    Un abrazo. :)

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    1. Me alegra que te haya gustado, Merche. Nunca he ido a Nueva York, pero me la imagina así, hasta los topes de gente, jeje.
      Muchas gracias por pasar y por tus amables palabras.
      Un abrazo!

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  4. Ya echaba de menos ese Pepe con esos juegos de espejos en que uno se empieza a parecer a alguien, a identificarse, pero poco a poco. El lector tiene la satisfacción de ir cuadrando las piezas lentamente.
    Espero que Pepe haya perdido el móvil y se lo haya encontrado el de delante, porque la otra opción, la de que sea Pepe en el primer visje, encontrarselo de frente podría ocasionar la paradoja temporal esa que dicen que se destruye el mundo😝
    Abrazooo y suerte

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    1. Ja, ja, ja, Gabiliante, siempre con tus juegos de lógica tan certeros y humorísticos. Mira que esa es una opción que no se me ocurrió, la de perder el móvil digo, la de la paradoja es otra que me gusta más, pero rollo más béstia, como la aparición de un super vacío cósmico que se lo traga todo al dsrse cuenta el protagonista. En fin, cosas de este día a día tan rutinario.
      Un fuerte abrazo!

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  5. Muy bueno, Pepe. Tienes una habilidad increíble para jugar con la ambigüedad y el misterio, y este relato es una muestra. Me dejas pensando en un par de teorías que expliquen lo aparentemente inexplicable… y me lío yo solo. Gran trabajo, con un ritmo excelente y que, a su vez, evoca el desconcierto que es para mí una seña de identidad de las grandes ciudades como Nueva York.
    Un abrazo.

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    1. Hola, Enrique. La ambigüedad para muchas historias, lo malo es que si no eres consciente, al final, todo lo que ves es en el dia a dia es ambiguo, y la cabeza se te va al suelo, ja, ja , ja.
      Un fuerte abrazo y gracias por pasar

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  6. Muy buena aportación, Pepe.
    Un abrazo.

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  7. Buenos días, Pepe. Me ha encantado tu historia. La voz del narrador, con su tono entre hastiado y curioso, es agradablemente envolvente. La descripción del avión, con esos asientos "inocuos, asépticos" que "huelen a nada", pinta un escenario tan familiar que casi puedo sentir la incomodidad del vuelo low-cost. La niña que da patadas y el bullicio del pasillo añaden un realismo que contrasta maravillosamente con la introspección que viene después. El giro hacia la observación del hombre del asiento de delante es lo que realmente eleva el relato. La manera en que el narrador se sumerge en las fotos de su móvil, analizando cada detalle —la Gran Dama, Union Square, el Empire State, Central Park—, crea una narrativa dentro de la narrativa. Es como si estuviéramos espiando junto a él, tratando de descifrar la historia de este desconocido. Los detalles, como la sonrisa "incompleta" o el anillo de casado, generan intriga y dan profundidad a un personaje que nunca habla. La especulación sobre quién toma las fotos, si es un desconocido o alguien cercano, es un juego mental que engancha y refleja cómo llenamos los vacíos con nuestras propias historias. La progresión de las fotos sugiere el paso del tiempo y la evolución de una relación sin necesidad de explicarlo todo. La imagen de la pareja en el Rockefeller Center, con las farolas arrojando sombras y grises, es especialmente evocadora, cinematográfica. La aparición de Hellen es un giro brillante que da un vuelco a la perspectiva. De repente, el narrador no es un simple observador, sino parte de la historia que estaba imaginando. La revelación de que él es el hombre de las fotos, y Hellen su compañera, es sutil pero poderosa. El detalle del anillo, idéntico al del hombre de las fotos, y la caricia de Hellen mientras lo menciona, atan todos los cabos con una ternura que conmueve. La referencia a la ciudad donde se conocieron, sin nombrarla explícitamente, refuerza el poder de Nueva York como un lugar que no solo es un escenario, sino un catalizador de conexiones humanas.
    Te felicito.

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    1. Hola, Marcos! Ni yo mismo podría haberlo expresado mejor, y eso que la escribí. Eres un lector muy perspicaz, no se te escapan los detalles, como el del anillo, y que es complicado de plasmar en un relato tan corto esas semillitas que ayuden al lector a llegar a alguna parte
      Se agradece esta lectura tan atenta y sobre todo el tiempo que te has tomado para plasmar tus acertadas impresiones.
      Muchas gracias por pasar. Llevo retraso en la edición, pero pasaré en breve por el tuyo.
      Un fuerte abrazo!

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  8. ¡Fantástico Pepe! Un cuento precioso donde el protagonista ve pasar su propia vida... Pero ella no está acompañando al del asiento delantero... lo que me hace pensar que también está viendo el futuro, que la perderá... Y eso... da escalofríos... Maravillosamente contado, absolutamente cotidiano y tierno, y con esa distorsión sorpresiva que le das al final que me encanta.
    Un fuerte abrazo!!

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    1. Hola, Maite, pues eso que comentas no se me había ocurrido, pero podría formar a pasar parte de una revisión o un relato póstumo más largo o diferente, ya que cuadraría incluso mejor que el final que le he dado.
      Muchas gracias por el aporte y un fuerte abrazo!

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  9. Si es curioso que las fotos de recien casados solo aparezca uno de la pareja, por turnos, ahora bien estoy de acuerdo nada mejor que subirse al avion a contemplar esos momentos que se vuelven tesoros para la memoria. ¿por que posamos en las fotos? puede ser una tara del pasado: habia que quedarse quiero para que la foto no saliera borrosa.... pero hoy en dia ya no se requiere ello, asi que podria uno dejar de posar y ser fluido. Pero... la gente sigue posando como si el movil fuera un daguerrotipo..... muy raro. Por eso el valor de fotos furtivas.... dan otra perspectiva. Buen relato, buenos recuerdos.

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    1. Muy buen punto de vista, JC. Ahora los aparejos no solo hacen fotos sino que captan, como un video, el instante anterior. ¿Para qué posar? Jeje. Muy acertado.
      Muchas gracias y un abrazo

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  10. Un relato tan bueno como desconcertante hasta llegar al final. Siempre nos tienes reservada una sorpresa, lo cual mejora la calidad y el interés de la historia.
    Me ha gustado mucho.
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Josep, me gusta dar sustos al final, como a ti, jeje.
      Un abrazo!

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  11. Hola Pepe, ¿quién no ha echado "ojito" cuando el de enfrente ve fotos en su móvil? Me ha gustado tu relato de este voyeur en el avión, tratando de descifrar las fotos del tipo de adelante y con esa molesta niña que le da de patadas al asiento. Original la idea de presentarnos N.Y., desde la galería de fotos del de enfrente. Muy buen relato y propuesta para el concurso. Abrazos...

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    1. Muchas gracias, Ana. Mira que yo soy un cotilla de fotos furtivas, pero no me gusta admitirlo.
      Un abrazo!

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  12. Hola Pepe
    Me has hecho recordar al relato que he presentado en este reto. En el mío, la protagonista conecta con su madre muerta en un vagón del metro y en este tuyo (por lo menos, es lo que he entendido) el protagonista se encuentra a sí mismo y a su mujer en las fotos del móvil del pasajero que va en el asiento delantero del avión.
    Dicen que si en un viaje en el tiempo, uno se encuentra a sí mismo, se produce la generación de una paradoja temporal si las acciones del viajero futuro alteran el pasado de una manera que es incoherente con su propio futuro.
    En el primer viaje la felicidad plena les embargaba a los dos. ¿Será buena la idea de volver? Me quedo con la duda.
    Un abrazo
    Marlen

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    1. Sí, Trujaman, es el doppelhanger, o algo parecido, encontrarse a tu doble significa que vas a morir. A mí, esa figura retórica me gusta, aunque no para matara a nadie, jeje.
      Estoy muy retrasado en lecturas, pero me has abierto la curiosidad con lo que cuentas de la tuya. Enbreve paso.
      Un abrazo!

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  13. Pues tu relato tiene también ese nosequé que lo hace 100% adre in Pepe. Nos llevas al epicentr de tus pensamientos y sensaciones, en ese viaje incómodo donde la opresión y la falta de espacio es claustrofóbica. El sujeto de la historia se aburre, y debe haber en él una vena de escritor porque observa lo que ocurre a su alrededor, casi que inventa vida de sus vecinos de avión, donde , es verdad, todo huele a esa nada que no evoca nada (qué bien expresado)
    Y como se aburre, mira al del móvil y de paso las fotos del movil, ¡para no verlas si lo tiene pegado! ¡Ay esas fotos que nos hacemos de sonrisas felices…! Se pone la boca así…y se sonríe así… y si el que maneja el móvil es lento la sonrisa se eterniza en pura pose de falsedad, (me incluyo, odio las fotos)
    Ingenioso el como telas has apañado para sin estar en N.Y. sino apretujao dentro de un avión, p, estar por medio del vecino. Eso me ha encantado.
    Y ese final con la rubia Hellen donde nos confundes un poco y resuelves a la vez.
    Sí, sin duda, esta historia la ha escrito Pepe.
    Va a ser muy dificil votar en este reto, hay un montón de buenos grandes cuentos, entre los que se encuentra este tuyo tan original, compañero.

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    1. Hola, Isabel! Me alegra todo lo que dices. Yo también odio hacer fotos, y hoy en dia es algo que tenemos a nuestra mano. Pero creo que la cosa se está yendo de madre. Antiguamente no se hacia una foto así como así, costaba lo suyo y si se tiraba era por alguna razón. Tenían más poso, más autenticidad. No sé, me estaré haciendo mayor, jeje.
      Un fuerte abrazo!

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    2. Hola, Isabel! Me alegra todo lo que dices. Yo también odio hacer fotos, y hoy en dia es algo que tenemos a nuestra mano. Pero creo que la cosa se está yendo de madre. Antiguamente no se hacia una foto así como así, costaba lo suyo y si se tiraba era por alguna razón. Tenían más poso, más autenticidad. No sé, me estaré haciendo mayor, jeje.
      Un fuerte abrazo!

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  14. Hola, Pepe, buenas tardes.
    Tu texto es excelente, como siempre, y cumple con sutileza con el requisito principal del reto, a pesar de desarrollarse toda la escena en el interior de un avión. A partir de ahí, y veo que estamos muchos de acuerdo en ello, tu sello personal hace que nos planteemos las diferentes posibilidades cuando con elegancia aparece la figura de Hellen, y como varias de ellas son plausibles, yo me quedo con todas.
    Enhorabuena y gracias por compartir este gran trabajo.
    Un fuerte abrazo.
    Patxi.

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    1. Muchas gracias, Patxi, hacia tiempo que no nos leíamos, en breve paso por tu relato.
      Un abrazo!

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  15. Ja, ja, ja, Pepe. Esa Hellen podría ser yo (me he identificado con su apariencia). ¿Hay algún o algunos fantasmas en ese vuelo? Al final me lié un poco y la frase: "Pasa a través de ti". Solo se puede pasar a través de alguien si este alguien es incorpóreo, ¿no? Hay qué lío más bobo 😅

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    1. Ja, ja, ja, Noelia, qué sutil con el detalle. Quise decir que estan tan juntos que la gente pasa casi por encima, pero de fantasmas nada, je, je.
      Muchas gracias por pasar, y un abrazo!

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  16. Hola, Pepe. Juegas con la ambigüedad y el misterio como nadie. ¡Incluso consigues darle cabida en una vida de lo más normal y corriente! Surgen todas clases de teorías en torno a esas fotografías. ¿Cuál será la correcta o todas lo serán?
    Te deseo lo mejor en el concurso. Un abrazo.

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    1. Todas las teorías son válidas, son como "la teoría de Schrödinger", y como nunca se desvelará su verdad, todas cuadran, je, je.
      Un abrazo, Bruno!

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  17. ¡Wow! Qué pasada de relato. Me ha encantado, Pepe. Original, aun tratándose de unas vidas normales y corrientes, creativo y misterioso, emotivo... De esos que te agarran de la mano y te llevan a un avión, a conocer a Hellen, a conocerlo a él..., a donde sea, porque desde el principio, la narrativa tan intimista, tan de secreto contado al oído, a pesar de las pataditas de la niña, te saca una sonrisa de oreja a oreja.
    ¡Felicidades, Pepe!
    ¡Abrazo!

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    1. Qué chulo eso de narrativa de secreto contado al oído, Pilar, me encanta, me la quedo. Muchas gracias por pasar, me alegra mucho que te gustara.
      Un fuerte abrazo!

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  18. Pepe, siempre nos sorprendes con tus maravillosos relatos. Qué frágil y hermosa es la memoria cuando se convierte en el territorio donde revivimos lo que el tiempo se llevó. Mientras leía, no podía dejar de pensar en cómo a veces somos ese hombre/mujer del asiento delantero, hojeando recuerdos que duelen por lo que ya no está, hasta que la vida nos da un codazo y nos devuelve al presente para recordarnos que la felicidad no siempre habita en las fotos, sino en la mano que nos sostiene durante el despegue. Este relato es un espejo de esa verdad incómoda y tierna: que el amor no son solo instantes congelados en un móvil, sino la valentía de seguir aferrándose a quien elige quedarse, incluso cuando el viaje se vuelve incómodo y las patadas de la realidad no cesan. Al final, Hellen no era un fantasma en las fotos, sino el ancla que convierte un avión lleno de ruido en un refugio. Abrazos virtuales desde Venezuela.

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    1. Ostras, Raquel, qué razonamiento tan bonito y elegante. Me encanta eso del ancla que nos mantiene a refugio. Sí, las fotos solo son momentos, siempre especiales, o eso creemos, por eso el postureo de las redes es tan potente, porque en el fondo, son mentiras adornadas.
      Muchas gracias por pasar y un abrazo

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  19. Hola Pepe. Desde luego es este un relato muy tuyo, donde la historia se retuerce para hacernos retorcernos también las neuronas. Haces aparecer la ciudad sin estar en ella, solo a través de fotos y recuerdos que van haciendo pasar una vida. Y juegas con lo surrealista para hacernos dudar de todo cuanto aparece a nuestro alrededor mientras nos lo cuentas. El contraste entre el hastío del protagonista que se entretiene mirando las fotos, y la luz cuando vuelve Hellen es perfecto, y ese golpe magistral al jugar con el nombre de la mujer, que nos pone sobre aviso de que algo trama el autor que está a punto de desvelarse. según leía pensé que sería algo mas mundano, un asesino que hubiera acabado con la vida de su esposa y dejado registro en el móvil, pero no, no es mas (ni menos) que futuro, pasado y presente fundiéndose en una misma escena. Muy buen trabajo. Un abrazo.

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  20. Pues mira que lo del asesinato no se me ha pasado por la cabeza, Jorge. No, en este caso la cosa no tenia que ser ni macabra ni trágica. Como bien dices, pasado, presente y futuro. Una historia de recuerdos venidos y por venir. Muchas gracias por pasar, y por el hermoso comentario. En breve paso a leerte.
    Un abrazo

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  21. Felicitaciones me ha enganchado desde el principio. Es intrigante y misterioso.

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    1. Hola, Manuel, no sé por qué no puedo escribir en tu blog. Esto te he escrito: Hola, Manuel. Pues nos traes una historia muy dura, pero que mucha gente tuvo que sufrir. Las migraciones son muy crudas, demasiado, y si ese en un época antigua, con un viaje tan largo y unas condiciones tan extremas todo se hace más difícil e insoportable.

      Un abrazo y suerte en el concurso!

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  22. Hola Pepe me ha gustado mucho tu relato, muy intimista y con una mirada desde dentro y desde fuera. Me ha gustado mucho. Bienvenido. Un abrazo.

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  23. Hola Pepe!
    Que historia más dulce! Le has dado un toque muy especial, entre nostálgico y romántico! Te felicito! Y es que volver a lugares importantes en nuestra vida siempre despierta algo especial en cada uno de nosotros! Un abrazote y mucha suerte en el concurso!

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    1. Muchas gracias, Marifelita. La nostalgia siempre es un recurso que suma.
      Un abrazo!

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  24. Maravillosa historia, Pepe. Has logrado, a través de esa tan arraigada mala costumbre de pispear en el móvil del que está al lado, recrear toda una vida. Impresionante.
    Un abrazo

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  25. Hola, Pepe, tu relato narra toda una historia de vida contenida en un estrecho e incómodo avión. De manera ingeniosa nos convidas a descifrar un acertijo. El aburrimiento, incomodidad y la necedad de los pasajeros lo lleva a prestar atención a unas fotografías ajenas que de alguna manera lo hacen verse reflejado en ellas, visitando esos lugares que ya conoció hace años. Tan ensimismado esta que llega a crear mentalmente unas instantáneas furtivas junto a su esposa Hellen, ya entrados en edad en el Central Park, ese hermoso lugar dónde se conocieron. Deduzco que a ella le gustaba fotografiar momentos interesantes de las personas y así empezó allí su romance, él, la sorprende a ella haciéndole fotos.
    Con esta visita después de tantos años quizás también termine el romance con la muerte de uno de ellos, la de ella, y que todo fuera un deja vu. Así que hay una buena mezcla de pasado, presente y futuro en tu relato. También se presta para otras interpretaciones más.
    Un gusto leerte Pepe, va un abrazo.

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    1. Genial interpretación, Harolina. Al final, queda lo que cada uno quiera interpretar. La memoria es eso, una interpretación de un evento pasado que queda enquistado de la manera wue el sentimoento que lo produjo quiso. Creo que en este he jugado con eso, con la nostalgia, el pasado feliz y un futuro por descubrir.
      Encantado de leerte por mis lares.
      Un abrazo!

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  26. Mi más sincera y cordial enhorabuena, Pepe, por tu flamante «Tintero de PLATA». Tu relato es excelente.
    Un abrazo, compañero.
    Patxi.

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  27. Felicidades por ese Tintero de Plata, Pepe. Una alegría compartir podio. Un abrazo grande.

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    1. El orgullo es mío por compartirlo contigo.
      Muchas gracias, compañero.
      Un abrazo!

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  28. ¡Felicitaciones por tu merecido Tintero de Plata!
    Enhorabuena y un abrazo.
    Marlen

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  29. ¡Esa plata! ¡Esa plata! ¡Bravísimo Pepe! Un abrazo

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  30. Felicidades por esa Plata tan bien merecida, Pepe. Un abrazo grande.

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  31. ¡Qué alegría! Enhorabuena por tu maravillosa Plata, Pepe, te aplaudo (me ha salido con aliteración y todo, jaja) :-)
    ¡Un abrazo bien fuerte!

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    1. Maite! Sí ha sido una alegría, pero me alegran mucho más tus palabras, esta es la esencia del Tintero❤️, este compañerismo tan sano
      Un abrqzo!

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  32. Felicidades por ese Tintero de plata Pepe, gran trabajo. Un abrazo.

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  33. ¡Felicidades también por tus dos novelazas! Te he dejado comentario en Amazon en ambas (con la cuenta de mi marido PyM.)
    Feliz Noviembre

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    1. Maite! Ya lo vi, no sabes qué alegría me das. Una novela tiene un trabajazo y que se tomen la modestia de leerla es un lujazo🎊, y si además te gustó doble alegría. Ya te contaré una cosa, bueno, te la cuento en tu blog.
      Mil gracias por tus palabras.
      Un fortísimo abrazo!

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