Vadereto: !La caja!





Víctor entra en el comedor. Lleva algo entre las manos.
    —¿Qué es eso? —pregunta su amiga Dana.
    —Una... Una caja.
    —¿Y no vas a abrirla? —Ahora Adela, otra del grupo de amigos que tiene en su comedor aguardando para cenar.
    Víctor ni los mira. Está más pálido que cuando se ha despertado de la siesta.
    —No sé si estamos preparados para esto... —dice luego.
    Todos ríen. Víctor suele ser una persona mística o soñadora o de esas que vive en la parra. Jose se le acerca y le da una fuerte palmada con el consiguiente «Despierta ya, capullo». Adela, la novieta de Jose se ríe de ello; siempre se ríe de todo lo que hace su fornido varón. Anton, el amigo íntimo de Víctor, agarra una botella de vino y le llena un vaso. Dice que lo que le falta es eso, dejarse llevar. Solo Dana permanece expectante. Es cierto que cuando ha bajado de su cuarto estaba muy blanco, pero era algo normal. El pobre estaría abochornado. ¿Quién no se avergonzaría si se quedara dormido al comienzo de una velada en su propia casa con sus invitados esperando? Y eso le dice, que no se apure, todos saben que él es un poco descuidado, que suele ir a su bola, aunque sea el anftrión de la noche..
    Víctor, sin embargo, continúa como ausente, tez pálida y sin dejar de mirar la caja que supuestamente ha encontrado justo a la puerta de su casa. Y es que, cuando estaba soportando el escarnio de sus amigos nada más bajar de su cuarto y confesar que se había dormido, han llamado a la puerta. Ha ido a ver y ahí estaba ese objeto de cartón. De nuevo.
    —Víctor, ¿pasa algo? ¿Esperas malas noticias? —vuelve a preguntar Dana.
    Él suspira y dice que no, que solo es algo que han dejado en la puerta, y que no esperaba tan pronto. Es más, ni siquiera se atreve a abrirla. Ante esa afirmación, comienzan a protestar, a decirle que no haga el tonto, que se deje de jueguecitos, la abra y se pongan a cenar.
    Victor entrecierra los ojos y vuelve a mirar uno a uno.
    —Abrirla —suspira, casi para sí mismo—, no creo que estemos preparados para eso.
    —¿Por qué? —comenta Dana.
    Víctor la mira, gesto amargo.
    —Es como una caja de Pandora, dentro puede que haya algo que nos haga daño sin vuelta atrás.
    —¿Quieres decir que van a salir rayos y van a fulminarnos?
    —No —Víctor mira a Anton con cierto reproche—, me refiero a nuestra propia naturaleza, las personas que realmente somos: a abrir algo que no pueda cerrarse...
    Esa respuesta pilla a todos por sorpresa. Algunos callan y agarran su copa, otros se miran entre sí como si estuvieran presenciando el último alegato de un demente.
    —Pues a mí me suena —suelta de pronto Jose, Víctor tuerce su atención con cierto apuro—. Sí, creo que ya la he visto antes.
    —¿Antes? —pregunta Víctor.
    Jose niega y dice que no sabe, solo que tiene esa sensación como que no es la primera vez que la ve.
    —Eso se dice un deja vu —corrige Anton con retintín. Siempre hace lo mismo. Siempre corrigiendo.
    Jose niega, no es ningún deja vu, le contesta, solo tiene la sensación de que ya la ha visto.
    —Y si ya la has visto, ¿qué tiene dentro?
    Jose calla y baja la mirada. Se ha quedado sin palabras, a lo que Anton comienza a reírse abiertamente. Le encanta sembrar en sus amigos esa sensación de que son más tontos que él. Sin embargo, en este caso, Jose no es un amigo cualquiera, sino un grandullón con malas pulgas, que se le acerca y le pega un buen grito en la cara para que se calle, que ya está hartito de sus dejes de superioridad cuando solo es un pintamonas.
    Al acto, la estancia se llena de silencio. Anton y Jose mirándose sin siquiera pestañear, Dana negando y bajando la mirada y Adela corriendo a agarrar del brazo a su novio para que se calme. Víctor permanece ajeno mirando la caja. De pronto, da un respingo, como si se acordara de algo y la deposita encima de la mesa entre los primeros entrantes de una cena que ya espera fría.
    Dana se aproxima y la mira de cerca. El cartón que la compone es nuevecito, como acabado de hacer. Tiene una pequeña tira en la parte superior donde se unen las dos hojas que lo mantienen cerrado.
    —¿Esperabas algo? —le dice a Víctor, este niega—. ¿Y por qué tanto embrollo? Solo es una caja.
    Jose suelta un bufido. Todos se giran hacia él.
    —¿No has oído? Según aquí el bello durmiente —señala a Victor—, no estamos listos para hacerlo.
    Anton ríe y le dice que no le dé más vueltas, que si Víctor no quiere abrirla que no lo haga, y que si no quiere entenderlo que no se apure; él es más de músculo que de cerebro. Ese comentario no es muy acertado y propicia nuevas amenazas entre ambos, amenazas que quieren ser mitigadas por Adela, pero su novio, que comienza a estar rojo como un tomate, no atiende. Una lágrima comienza a dibujar su tierna mejilla. Conoce a Jose y se teme lo peor. De hecho, este comienza a dar brazadas al aire, es enorme y esos brazos bandean de un lado a otro sin cuidado hasta que, sin querer, le da a su novia en la cara. Esta cae al suelo. Dana se levanta hacia ella, gritándoles algo a los dos machirulos. Estos, al ver la estampa dejan de enfrentarse, sobre todo Jose que se agacha tratando de socorrer a su novia.    

—Lo siento, caramelito, es que este imbécil me está tocando los huevos.

 —¡Apártate! —le grita Dana agarrando a su amiga—, no sé qué coño hace Adela aún aguantándote.

—¿Y ahora eso a qué viene? —grita Jose, de nuevo erguido y furioso.

    —¿Tampoco entiendes eso? —corta de pronto Anton, su risilla condescendiente iluminando la estancia.
Jose empieza a respirar con fuerza. La ira que parecía habérsele esfumado ha vuelto al encontrarse la estampa del imbécil de Anton, y así, sin ton ni son, arremete contra él en un encontronazo corto y casi fulminante.
    Adela grita desde el suelo y se lleva las manos a la cara sollozando con ganas. Jose se acerca y trata de calmarla. Dana justo a su lado, le dice que no la toque, que la deje de una puta vez. Jose, entonces, se enzarza con ella, que no se meta donde no le llaman, a lo que ella contesta que ya va siendo hora de que alguien lo haga, que está cansada de ver a la pobre Adela sollozando porque no se atreve a afrontar las cosas.
    —¿Y tú sí te atreves, verdad? Claro. Tú. Dana. La mejor amiga de entre las amigas. Tú siempre con la verdad por bandera y como excusa para remarcar todas las cosas mal hechas de este mundo.
    Dana refunfuña algo y se levanta.
    —¿Sabéis qué? Ya estoy hasta los ovarios —comenta, voz calmada—. Paso de vosotros, me voy.
Ante esa aseveración, Adela, se incorpora desde el suelo, le alarga la mano y comienza a gritar entre sollozos, que no se vaya. Pero Dana ni se gira.
    —Paso, Adela; si quieres tenerlos bien puestos vente y deja al imbécil este; si vas a seguir siendo la lánguida amargada ahí te quedas. ¡Víctor, me voy! —Y acto seguido busca al anfitrión con la mirada—. ¿Víctor?
    Adela, baja la mirada, Jose se le acerca como tratando de darle algo de apoyo, de decirle que todo lo que le ha contado esta arpía es falso. A un lado, Anton, se recompone del bofetón de Jose y se sienta en la mesa. Tiene el moflete hinchado.
    —Te has pasado un poco, no crees —suelta Anton cara Jose, este sigue agarrado a Adela la cual permanece bajo su brazo sollozando. Por detrás, Dana sigue llamando a Víctor.
    —Tú te callas, ¿o aún quieres más?
      Anton ríe y hace una mueca de dolor mientras se toca el masetero derecho. A todo esto, Dana sigue con sus voces llamando a Víctor, cada vez más fuerte.
    —Jose, podrás pegarme todo lo que quieras, pero eso no hará aumentar tu cociente intelectual.
    Jose arruga el morro y parece envalentonarse de nuevo.
    —¿Chicos? —Dana corta la escena, está pálida—, escuchadme un momento.
    Jose se le gira y le grita:
    —¿Pero tú no te ibas?
    Ella comienza a temblar.
    —Es que, no encuentro la salida y Víctor está ahí tirado en el suelo inconsciente.
    La tensión momentánea parece desvanecerse en pos de otra más intensa. Adela deja de llorar y comienza a mirar por todos lados al igual que Anton y Jose. En efecto, la pared por donde debiera estar la puerta de entrada es un frío tabique sin mácula de una puerta que hace unos minutos sí estaba y Víctor yace en el suelo, al lado de la mesa, inconsciente. Anton se acerca a la pared y comienza a tantearla, a mirar y remirar sin acabar de entender nada. Jose va a ver a Víctor, le zarandea, pero está totalmente inconsciente. No entienden nada.    
    —Hay otra cosa que ha desaparecido —dice de pronto Adela y señalando la mesa—: La caja.
    Se forma otro silencio momentáneo. Parece más tenso y frío y solo truncado por la condescendencia de Anton que abandona la lisa pared, se sienta en la mesa y agarra su copa de vino.
    —Este Víctor…, ¡será cabrón! —Acto seguido apura su copa, el resto se le acerca, uno con los puños bien apretados—, ¿no os dais cuenta? —les dice—. No estábamos listos para abrir la caja.
    —¿Qué? —pregunta Dana.
    —Esta habitación no tiene salida, ni siquiera es la habitación donde ha empezado esto: ¡es la caja!, somos nosotros los que estamos dentro, en realidad, nuestro verdadero «yo», y no estamos listos para enfrentarnos a nosotros mismos.
    —¿Te quieres callar de una puta vez? —grita ahora Jose.
    Pero Anton ríe aún más fuerte.
    —No puedo, aquí dentro todos somos nosotros mismos, así que no puedo dejar de ser un cabrón sabelotodo, ni Adela una amargada indefensa, ni Dana una infeliz ideológica... Y mucho menos, tú vas a poder entenderlo; aquí no puedes fingir no ser el tonto descerebrado que eres. —Acto seguido comienza a carcajearse.
    Jose, sin embargo, grita y tira varias sillas camino de Anton.
    —Se acabó, hoy de esta no pasas.
    Anton se levanta con una presteza poco aparatosa mientras es cazado por Jose. Adela comienza a llorar con fuerza mientras Dana va hacia Víctor gritando como una histérica:
    —¡Víctor! ¡Víctor!
    Los golpes y muebles volando comienzan a acompañar los gritos.
    —¡Víctor!
    A ellos se le suman los llantos cada vez más notorios.
    —¡¡¡Víctor!!!
    De pronto, un chasquido y la lámpara se rompe.
    «¿Víctor?».
    Entonces, Víctor abre los ojos. Está tirado en su cama. No recuerda cómo ni por qué ha llegado allí. Todo es confuso. Mira hacia un lado. Son más de las diez.
    —¿Víctor? —Oye de pronto, es Dana, lo está llamando desde abajo, y eso le hace recordar algo: hoy tenía una cena con sus amigos.
    Rápidamente, baja y se los encuentra en el comedor.
    —¿Dónde estabas, atontao? —brama Jose, ya lleva algunas copas de más.
    Se ha dormido, y se lo dice; no sabe cómo ha subido arriba y se ha quedado sobao. Sus amigos ríen, él se abochorna, aunque solo hasta que suena el timbre, entonces se excusa, va a abrir, y se encuentra una caja solitaria en la puerta. La maldita caja.
    La agarra y entra en el comedor.
    Víctor entra en el comedor. Lleva algo entre las manos.
    —¿Qué es eso? —pregunta su amiga Dana.
    —Una... Una caja.
    —¿Y no vas a abrirla? —ahora Adela, otra del grupo de amigos que tiene en su comedor aguardando para cenar.
    Víctor ni los mira. Está más pálido que cuando se ha despertado de la siesta.
    —No sé si estamos preparados para ello...

32 comentarios:

  1. Un bucle imposible del que escapar.
    Dios bendiga a la hipocresía, la mentira, el postureo y la falsedad. Que en definitiva es lo mismo que civilizada educación, pero que suenan peor. Sino estaríamos todos dentro decaja la caja.
    Entre todo el relato de diálogo directo hay un trozo de diálogo indirecto ¿tiene alguna intención o significado?
    Abrazo, Jose

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    1. Hola, Gabiliante, ¡Larga vida a la caja! La verdad es que la hipocresía es una de esas cosas contra las que cuesta lidiar, pero ese es parte de nuestro día a día. En cuanto a la cuestión que dices de los diálogos, simplemente es que cuando lo terminé tenía tanto diálogo que parecía muy monótono, por eso quise poner parte de ellos en indirecto para variar un poco la cosa, o por lo menos eso se intenta.
      Un abrazo, llámame Pepe, soy más yo con ese nombre, jeje

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  2. 😱😱😱😱
    ¡Qué bueno, Pepe!
    Una caja que nos desenmascara. En ella somos transparentes y surgen nuestros defectos, nuestros vicios, nuestro "yo verdadero". El bucle es como la recaída en ellos. Queremos seguir fingiendo, pero terminamos mostrando lo que somos.
    Gabiliante piensa que es un bucle continúo sin escapatoria. Yo creo que el bucle se puede romper en el momento que los personajes sean conscientes de ellos y los confiesen. Antón se ha dado cuenta, pero no será fácil convencer a sus "amigos". O tal vez sea Víctor el único que pueda hacerlo, de él llegamos a conocer poco y parece el más afectado por la aparición de la caja.
    Independientemente de la interpretación, el relato es maravilloso. Nos metes en el thriller desde el principio y vas mostrando, poco a poco, a cada protagonista y su interacción con los demás. Cada personalidad reacciona a su manera y el inevitable conflicto nos lleva al final del comienzo.
    La recreación del grupo de amigos es también muy acertada. Más real que ficticia, muestra ese hilo que los mantiene unidos, pero que es tan fácil de partir. Todos fingen, de alguna manera, pero ¿quién es el más amigo de los amigos?
    Sorry por el alegato filosófico. Este relato da para muchas reflexiones. La caja es muy traicionera. 😅😂
    Enhorabuena, Pepe. Una manera formidable de afrontar el reto.
    Un abrazo

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  3. De sorry nada, José, comentarios tan amables y constructivos como este son los que animan a que un blog siga hacia delante.
    Yo dejo lo del bucle en manos de lo que puedan hacer los personajes. En efecto, Víctor ya conoce de la maldición de la caja, y a Jose comienza a sonarle, Anton lo deduce, pero ¿se le quedará grabado cual deja vu en la siguiente vivencia? El juego está servido, y puede que el bucle tenga fin o no, solo cuando se abra la caja veremos el estado del gato.
    Muchas gracias por estos retos tan interesante, José, es un don saber picar en la imaginación de la gente y que esta dé de sí.
    Un abrazo!

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  4. No sé de qué va el reto, pero tu relato me parece muy interesante.
    Un abrazo.

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  5. ¡Hola, Pepe! Una caja o maletín cerrado es un Mcguffin de primera categoría. También una puerta cerrada, son esos elementos que hacen que el lector devore el relato esperando la apertura de la misma mientras el hilo de la historia te va atrapando.
    Un estupendo relato en el que combinas algo tan cotidiano como una reunión de amigos, con esa capa de hipocresía social tan necesaria por aquello de mantener las formas, y ese elemento fantástico que en definitiva es el miedo a ser descubiertos, a que nuestro yo más cuestionable salga a la luz. Me parece muy acertado que no se desvele explícitamente el contenido, por cuanto nos deja en ese punto de amenaza latente y nos hace imaginar el momento en el que todo estalle.
    Magnífico y marca de la casa Pepe de la Torre. Un abrazo!!

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    1. Hola,David, y yo que no acabao de entender qué era es del Mcguffin, ja, ja. El ejemplo al que acudo es la maleta de Pulp ficcion y parto de ahí, uno de los mejores ejemplos de Mcguffins. Y mira que incitan con esas preguntas que quieren ser respondidas, en este caso, la pregunta nos la proporcionaba ya José Antonio con el Vadereto, una propuesta con pregunta incluida y que todos debemos responder, o, como me gusta a mí, añadir más incognitas, je, je.
      Me alegra que te haya gustado, pero más el concienzudo análisis.
      Muchas gracias por pasar y un fuerte abrazo!

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  6. Y así se cierra el círculo. O es la pescadilla que se muerde la cola. ¿Estarán todos una y otra vez repitiendo la misma experiencia? Un relato muy intrigante que roza lo parapsicológico. Un expediente X, vamos, je, je.
    Un abrazo.

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    1. Pues no sé si parapsicológico o qué, pero la cosa parece que irá para largo, y más si tenemos en cuenta lo cabezones que solemos ser las personas.
      Muchas gracias por pasar, Josep, y un fuerte abrazo!

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  7. Uf, menudo bucle, qué bien llevado, ¡¡me encanta!! De veras, me apasionan tus historias. Besos y feliz año amigo mio :D

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    1. Muchísimas gracias, Margarita, me encanta eso que dices.
      Un abrazo!

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  8. Todo es culpa de Jose, es el unico violento y que no deja pensar a los demas con calma.

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    1. La fuerza bruta nunca gana, sobre todo contra la inteligencia, pero tratándose de personas, todo puede pasar.
      Muchas gracias por pasar, José.
      Un abrazo!

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  9. Una historia muy interesante, cada uno de los personajes va sacando su verdadero "yo", lo cual, si uno lo piensa, es algo aterrador. Muy buena historia. Saludos...

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    1. Muchas gracias, Ana, sí, aterrador puede llegar a ser, esperemos que sepan salir de esta.
      Un abrazo!

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  10. ¡Toda una lección de recursos literarios, Pepe!
    Un "MacGuffin" digno del maestro del suspense Alfred Hitchcock en esa caja que nunca se abre, pero condiciona toda la acción.
    Y una "Estructura Circular" que permite que la acción se reinicie en el mismo punto una y otra vez hasta que alguien rompa el ciclo. ¿Tal vez Jose, recordando? Demasiado violento. ¿Tal vez Anton, deduciendo? Le puede la soberbia. ¿Alguna de las chicas? Yo me decanto por Víctor. Sabe lo que está pasando y, si le dan espacio para pensar, podría idear la forma de cortar el bucle.
    ¡Me encantó la historia! ¡Felicitaciones! Un abrazo.

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    1. En efecto, Trujamán, Víctor es la clave, pero su personalidad va en contra, siempre ausente hasta el punto de pasar de todos. Sin embargo, tiene la posibilidad de hacer algo bueno por sus amigos, aunque estos tampoco sean dignos de ser salvados, ¿no?
      Muchas gracias por pasar y dejar tus reflexiones, me encantan,
      Un fuerte abrazo!

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  11. Sueño premonitorio donde los haya. Muy bien relatado, la verdad.

    Un abrazo, y feliz 2023

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    1. Pues muchas gracias, Albada Dos.
      Muchas gracias por pasar y un fuerte abrazo!

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  12. Hola Pepe , un relato muy bueno pero algo angustioso por lo menos para mí desde luego tienes una imaginación desbordante , me a gustado mucho los diálogos son fluidos y muy naturales.
    Te deseo un feliz año nuevo , besos de flor.

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    1. Hola, Flor! Pues un poco denso y angustiosos sí que es, con tanto personaje y con una personalidad tan marcada y exteriorizada. Y encima circular, que eso puede llevar a más estress, jejej, aun así, yo creo que al final saldrán de esta, o eso o se quedan estancados y sin memoria, como suele pasarnos a las personas últimamente, ajaja.
      Muchas gracias por pasar y por tus amables y sinceros comentarios, Flor.
      Un abrazo!

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  13. Me gustan mucho las historias en bucle como "El día de la Marmota" por ejemplo. Hay varias películas con este recurso.
    Llegué incluso a creer que todos estaban muertos y no lo sabían. Y

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    1. Je, je, el recurso del bucle hace que la realidad se rasgue y lo que haya venido parta de otro mundo. A mí también me gustan mucho, me alegra que te gustara.
      Un abrazo, delaFlor!

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  14. Te aplaudo hasta agotarme. Qué gran historia! Lo iba leyendo e iba sorprendida de lo bien que mueves los personajes... Pero luego, cuando llega el verdadero misterio..., y descubren su realidad, con ese bucle maravilloso del final... ya es cuando me has dejado rendida.
    Un verdadero disfrute de la primera a la última línea. Perfecto también en cada detalle que casa a la perfección con el conjunto, como un tapiz persa.
    Los significados son múltiples y al gusto del lector. Hay mucha psicología humana básica en los comportamientos descritos y una conclusión final angustiosa.

    La magia, la paradoja, la filosofía, la moral, lo surreal y el terror...todo se precipita en ese final grandioso.
    Un fuerte abrazo

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    1. Hola, Maite, perdón por la tardanza en la respuesta. Ay, muchas gracias por un comentario tan amable, amable y que rezuma una lectura atenta, y eso es la mayor satisfacción que me llevo. Como dices, hay múltiples cosillas, y que te hayas dado cuenta de ellas me alegra mucho.
      Muchas gracias por pasar y un fuerte abrazo!

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  15. ¡Hola! Un reto muy ingenioso, está claro que esta caja está dando mucho juego... Dicen los expertos que los niños, cuando reciben muchos regalos en Reyes, tienden a terminar jugando con las cajas de los mismos; José Antonio, este dato lo conocía y nos tiene a todos jugando con las cajas, jeje. Sin duda, buen relato. Un saludo. :)

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    1. Y cuando reciben uno también, Merche, el único requisito es que la caja sea grande, muy grande, tan grande que pueda albergar la imaginación de cada uno.
      Como ves, la caja da para muchas cosas, jaja.
      Un fuerte abrazo y muchas gracias por pasar!

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  16. Hola Pepe, por fin llego a tu magnífico relato, en el que a poco que se analice se nota un gran trabajo de preparación detrás. En primer lugar has tenido que trabajar mucho la psicología de los cinco personajes, cada uno con su forma de ser y sus defectos, y además has tenido que encajarlos dentro de la dinámica del grupo, todos son amigos y muestran buen rollo hasta que esa caja los pone delante de sus miserias, y entonces cada cual aparece tal cual es. El cuento da un giro surrealista cuando todos se encuentran en el interior de la caja, enfrentados consigo mismos, y echando mano de un recurso magistral nos llevas de nuevo a la primera escena enganchando a los personajes en un bucle maldito. A priori parece que Víctor tiene la clave para detenerlo pues es consciente de lo que pasa y en sus manos está la decisión de mostrar o no la caja a sus amigos, otra opción es que todos alcancen el conocimiento de lo que ocurre. En todo momento la tensión narrativa está presente. Un relato genial, marca de la casa. Un abrazo.

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    1. Hola, Jorge! Esta caja da para mucho, incluso para revelar la naturaleza de cada cual. Dicen que en momentos extremos es cuando realmente conocemos a la gente, y eso es la caja esta, un relato que juega a llevar a sus personajes hasta que ya no puedan dar más de sí, y en ese momento la cosa irá en ver qué hay que hacer para salir.
      Muchas gracias por pasar, Jorge, un fuerte abrazo!

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  17. Hola, Pepe:
    Un relato brillante, en el que como lector hoy me he puesto en la piel de uno de sus protagonistas, pero probablemente mañana me pondría en la de otro. Quizá lo que más me ha atraído es tu desarrollo de los personajes, la manera sutil con la que los perfilas permitiendo a cada lector ponerles una parte de él.
    Un abrazo, Pepe.

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    1. Pues es una manera de ver el relato que ayuda a las múltiples lecturas, Nino, a ello como a las múltiples maneras de escribirlo. Muchas gracias por el aporte.
      Un abrazo!

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