—La última —dice el Chato.
Menudo ingenuo, aquí nadie se va a levantar. Esto está por encima de él, del bar y de la propia razón: es la partidita de las tardes.
Vamos tres a tres con mano de vuelta. Esto se acaba. La tensión se palpa como si fuera la final del mundial de fútbol. Aunque aquí no hay campeonatos, ni apuestas, ni orgullo; esto es mucho peor: es la partidita de las tardes.
—«Qui la fa la fa» —dice Genaro mientras baraja. Lo ha dicho en su lengua materna, como si eso lo hiciera mejor jugador, con recochineo. No. Con recochineo no. Esto es mucho peor: es la partidita de las tardes.
Luego marca con el as de oros. Maldición. Levanto la vista. Pepito, mi compañero, está muy serio. Luego suspira y lanza un dos de bastos.
Joder.
Leandro responde golpeando la mesa con el puño mientras suelta la carta: el cuatro de bastos. Ese golpe es un código para su compañero. Mierda, la partidita se nos escapa.
Pero entonces:
—¡Leandro! —grita Genaro, levantándose y tirando sus cartas—. ¿Qué mierda tiras?
La tensión entre los cuatro se desmadra. Nos levantamos y arrojamos cartas e improperios. Incluso tiene que venir el Chato a calmarnos.
—Venga, mañana acabáis; además, voy a cerrar.
Nosotros callamos, asentimos, de mala gana, y salimos afuera donde nos damos las espaldas y enfilamos hacia casa.
Hoy no hay ganadores, ni perdedores, pero no importa; esto es mucho peor: es la
partidita de las tardes.
Siempre he rechazado ponerme de pareja en una de esas partidas, primero porque no tengo nivel y en segundo lugar porque yo solo juego para pasar el rato. Lo has descrito perfectamente. Buena aportación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo también soy mal jugador, me gustaba más ser espectador, aunque un rato no muy largo.
EliminarMuchas gracias, Chema, y un abrazo
No defraudas nunca,Pepe! Por supuesto que es mucho más importante que cualquier mundial. En cambio a mí, Google me defrauda toodas las veces: he pasado otra vez al anonimato. Soy Juana (una de tus fans) y te mando un abrazo
ResponderEliminarHola, Juana. Ay este google, va en nuestra contra, jejej.
EliminarMe alegro mucho que te gustara, muchas gracias por pasar y un fuerte abrazo!
Esta banda de jugadores parece que entre en bucle cada día con su partida de las tardes! Je, je! Pero y lo bien que se lo pasan y lo entretenidos que estan? Le ponen ganas y de eso se trata! Un abrazote Pepe!
ResponderEliminarLas tardes de partideta son así, como lo dices, Marifelita, un eterno bucle. Una vez, en un pueblo, retrasaron el concierto de la banda del mismo porque se alargó más de la cuenta, jejej.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar y un abrazo
Esa partidita de las tardes tiene que ser muy importante. Quizá, a cierta edad, es lo más importante que les pueda ocurrir a los aficionados a las cartas. Lo malo es que si la partida acaba mal, las amistades peligran, aunque solo sea por unos días.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mientras no se jueguen dinero el Estado no los vigilará y todo estará bien.
ResponderEliminarNo está mal para poderte dejar atras un tiempo de parada. Un abrazo.
ResponderEliminarJajjajj "¿qué mierda tiras?" revienta el relato , la partida, la contención, el silencio y hasta las carcajadas del lector.
ResponderEliminarLas cosas importantes son las cosas importantes, aunque no dean siempre las mismas.
¿Qué es más importante, que a un niño le quiten un juguete? O que a un adolescente le quiten ls novia? O que s un adulto no le paguen una factura? O que a un viejo le joda la partida el compañero?
Aquí, si contestas, delatas tu edsd
Buenísimo y sin dramas ( excepto pata el protagonista)
Abrazoo
¡Caray con la partidita de las tardes! Y la forma de narrar es fantástica. Se siente uno testigo de la partida, como esos mirones de bar que se quedan dedican a observar el juego de otros. Muy bueno.
ResponderEliminarUn beso.
Ay, esas partiditas qué peligro tienen... Un micro genial, Pepe. Muestras la escena de maravilla y todas las emociones que surgen del juego sin llegar a explicitarlas. Me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarEsas partiditas son muy frecuentes en muchos bares y residencias, lo malo es que en muchas ocasiones no saben perder y se montan unos escándalos como en el caso de tus protagonistas y tiene que llamarle la atención el del bar.
ResponderEliminarBonita y real situación.
Un abrazo Pepe
Puri
Hola Pepe. La verdad es que nunca he entendido esa pasión rayana en la violencia de las partidas de cartas de la gente mayor. He visto a gente gritándose en el bar por ello. Mi abuelo reunía a la pandilla en su casa y jugaba todas las tardes desde la sobremesa hasta bien entrada la tarde, era como un vicio. Has retratado muy bien esa tensión y la importancia que le dan los participantes. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Pepe, un micro muy bien narrado, con ese sentir tan importante para esos adultos muy mayores, la partidita de las tardes es lo mejor que les puede pasar, allí permanece su ilusión de vida, de compartir juegos, cuentos, rabietas y hasta quién sabe si puñetazos, que a su edad no serán tan fuertes ni con buena puntería, tampoco mal intencionados, ja, ja.
ResponderEliminarEn mi país es más común el jugo de domino que el de las cartas, ver a los adultos mayores jugando debajo de un árbol o en alguna esquina del vecindario es un hermoso espectáculo...
Me ha gustado mucho tu micro, todo un acontecimiento alegre de visualizar y sentir que en esos mayores aún quedan ganas y capacidad de asombro. Un abrazo.