Fantasía fantasma




Lo has visto, ¿verdad? Ha aparecido de forma intermitente, como si fuera un chispazo neuronal, un fotograma mal puesto en la película de tu vida. De hecho, continúa parpadeando, aunque cada vez va perdiendo pulso y ganando consistencia. Es un hombre. Un poco desgarbado, larga barba descuidada y chaqueta marrón desgastada. Parece delgado, o eso se entrevé de la camisa amarillenta que luce holgada. Ahora sí que es innegable que lo estás viendo, apoyado en el recodo de la esquina que no te atreves a doblar. ¿Cómo ha sido? Hace unos segundos no estaba ahí. Ha brotado como de la nada. Lleva unos pantalones marrones junto con unos zapatos negros a juego con el desgaste del resto de su atuendo. Parece un mendigo. No es de extrañar que a priori su imagen haya estado mimetizada con el decorado, otorgándole cierto camuflaje esquivo, o eso querrías pensar. Lo que sí es extraño ha sido su reacción: está nervioso. Y lo que es más raro es que ese nerviosismo ha nacido a raíz de tu atención. Sí, no quieras engañarte, ese ente es consciente de que lo has visto y eso parece inquietarle. Tú tampoco ayudas; cualquier persona se incomodaría si un desconocido se parara delante de él sin dejar de observarle. Aunque vistos desde fuera, él parece aún más loco que tú. De hecho, su nerviosismo da paso una sonrisa amarillenta y mellada. Hola, te dice, por fin nos conocemos. Su estampa da más miedo. ¿Nos conocemos?, preguntas, , responde, tenía ganas de encontrarme cara a cara contigo, y luego, para tu sorpresa, remata esa frase pronunciando tu nombre. Mueves la cabeza espasmódicamente. Eso tiene aún menos sentido. Este tío ha brotado como una aparición y dice que te conoce, incluso sabe tu nombre. Él ensancha la tétrica sonrisa, ahora más que miedo da dentera. Quieres irte. Esto no es para ti. Pero en lugar de eso le preguntas por qué quiere verte; sabes que este encontronazo va a reconcomerte el pensamiento durante todo el día. ¿Quién eres y cómo es que sabes mi nombre?, preguntas, ¿Quién soy?, responde, mejor pregúntame qué soy. Eso es absurdo, comentas, él vuelve a su macabra sonrisa, esa que cada vez aguantas menos. Incluso miras en todas direcciones. Quieres irte, lo deseas, y eso es lo que te propones, o intentas, pero él no te deja. Está bien, contesta, parece leerte la mente, soy un fantasma. ¿Un fantasma?, gritas, casi caes de espaldas. Sí, pero no un fantasma cualquiera, soy uno de esos fantasmas internos tuyos que tanto te traumatizan; pensaba que nunca íbamos a encontrarnos. Vuelves a remover con fuerza la cabeza. Esto no te lo esperabas. Yo no tengo fantasmas internos, dices, claro que los tienes, ríe, yo soy uno de ellos. ¿A, sí?, te enfadas, pues dime, ¿qué tipo de fantasma interno eres? Él saca una cajetilla de tabaco y se enchufa un pitillo, aunque no parece exhalar el resultado, como si la esencia del mismo se hubiera disipado en sus pulmones. Eso ya lo sabes, contesta, por eso me has visto: has materializado por fin tu trauma. ¿Qué trauma?, tu enfado va en aumento, no puedo decírtelo, contesta, ¿por qué?, preguntas, pues bien sencillo: porque ya lo sabes, si no mi presencia no tendría ninguna lógica. Cierras los ojos y respiras hondo. El hedor a tabaco entra por tus fosas activando una anhelante ansiedad. Vuelves a abrirlos y le miras. ¿Es eso?, señalas el pitillo, ¿un simple mono adictivo? Él ríe y niega, amigo, los fantasmas no somos adicciones. Luego vuelve a chupar el pitillo y vuelve a enervarte. Sus dientes brillan como una hoguera casi consumida. No sé, ¿eres un trauma a ir al dentista? Él niega. La verdad es que no es muy acertado. Agachas la cabeza y piensas. ¿Qué puede ser? Un mendigo, sarnoso, nauseabundo y vomitivo. Un personaje denteroso que te asalta en medio de la calle y se pone a fumar y hacerte preguntas incómodas. Entonces levantas la cabeza, ¡Eso es!, exclamas, ¡eres el miedo a lo desconocido! Él explota en una carcajada más ofensiva, ¿Miedo a lo desconocido?, dice, menudo cliché, ¿tan mala impresión te he dado? Suspiras fuerte. La verdad es que no estás muy acertado. Si quieres enfrentarte a tus fantasmas internos tienes que esforzarte un poquito más. La solución no va a brotar así como así. Has de sentirlo, identificarlo, entenderlo y combatirlo. Y no tirar hacia la respuesta fácil. Adicciones, miedo a lo desconocido, traumas con el dentista…, ¿en serio eso es lo mejor que se te ocurre? Menudo pedazo de inútil que estás hecho. No me extrañaría que este fantasma se desvaneciera ahora mismo dejándote en la inopia. Es más, no sé por qué no lo hace, además…
    —¡Pero te quieres callar! —gritas, a mí en concreto, y eso tiene aún más gracia—, ¿gracia? ¿Qué es eso tan gracioso?
    —La situación —te digo—: Antaño tú fuiste mi fantasma interior.
    Entonces me miras, algo sorprendido, como si acabaras de percatarte de mi presencia.
    —Espera un momento, ¿estás diciéndome que yo, que fui tu fantasma interior, al que no dejas de dar la chapa con ese narrador en segunda persona, también tiene fantasmas interiores?
    —Exacto.
    —Eso no tiene sentido.
    —Claro que lo tiene.
    —¿De veras? ¿Cuál?
    —No puedo decírtelo.
    —¿Por qué?
    —Porque ya lo sabes, además, si te lo dijera, la existencia de esta conversación perdería toda lógica…





 

53 comentarios:

  1. Hola Pepe, jajajajaja, pues sí, también hay fantasmas interiores y quizá más grandes que los exteriores, por desgracia hay que hacerles más caso en algunas ocasiones, un día de estos te presento a los míos, ya verás ya...
    Muchas gracias por tu aporte.
    Un abrazo. :)

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    1. Jajaja, estaría encantado de conocerlos, Merche.
      Muchas gracias a ti por tan original y gratificante edición.
      Un abrazo!

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    2. Jajaja, estaría encantado de conocerlos, Merche.
      Muchas gracias a ti por tan original y gratificante edición.
      Un abrazo!

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  2. Grande, Pepe! Ya no sé qué decirte. Un relato mejor que el otro. Eres un hombre sabio. Un gran abrazo a tí y a tu fantasma interior-anterior.

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    1. Me han dicho muchas cosas, pero nunca un hombre sabio, me la apunto, Juana, para cuando tenga alguna disputa casera, jejeje.
      Muchas gracias por pasar y un fuerte abrazo

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  3. Hola Pepe, si que me sorprendiste, pues no se hubiera ocurrido que tenemos fantasmas interiores, pero pensándolo bien es verdad y puede haber más de uno. Excelente historia, me ha gustado mucho, saludos.
    PATRICIA F.

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    1. Demasiados, Patricia, y cuanto menos los escuchemos mejor.
      Un abrazo!

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  4. Muy interesante y bien llevado. Quién sabe, tal vez todos llevamos dentro un fantasma nuestro de un futuro, o de un pasado.

    Inquietante sí que lo es. Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Albada, me alegra que te gustara.
      Un abrazo!

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  5. ¡Hola, Pepe! No recuerdo quien, pero en cierta ocasión escuché a un director de cine afirmar que el miedo no se produce cuando vemos un fantasma, sino cuando este nos mira directamente. Es en ese instante en el que fantasma y observador se encuentran, saben el uno del otro.
    Muy buen uso de la segunda persona, que no solo logra disociar al personaje de la realidad, sino que parece invitar al propio lector a mirar de reojo a sus propios fantasmas interiores. Un abrazo!!

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    1. Pues ese director tenía una mente tremendamente retorcida, David. Ahora no puedo quitarme esa imagen de la cabeza, jejeje.
      Me enca ta la segunda persona, es un poco invasiva, y en grandes relatos puede llegar a cansar pero me gusta de todos modos.
      Un fuerte abrazo

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  6. Genial tu aportación al reto, Pepe. Mucha suerte en el concurso.
    Un abrazo.

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  7. Hola Pepe.
    ¡Menuda sorpresa! ¡Pensar que los tenemos dentro y es en los que menos se nos ocurre pensar!
    Tu relato me parece brillante, el uso de la 2ª persona, el mareo tratando de encontrar qué nombre tiene, las burlas que sufre el protagonista por no saber distinguir o reconocerse...
    Es más fácil ponerse en espectador que en protagonista porque seguro que no soy la única que se ha quedado tratando de resolver el enigma propio.
    Un abrazo.
    Marlen.

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    1. Sí, Marlen, son unos demonios que no nos dejan en ningún momento. Los miedos que nacen de nosotros son los peores, como estos fantasmas.
      Celebro que te haya gustado.
      Un fuerte abrazo

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  8. Vaya con los fantasma interiores; son más discretos e intrigantes que los habituales, a los que todo mortal teme. Me has dejado muy confundido pensando si al final acabarán descubriendo qué tipo de fantasmas interiores son, je, je.
    Un abrazo.

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    1. Jajaja, pues eso ya es cosa de tu imaginación, porque la mía solo dio para plantear el enigma, Josep.
      Muchas gracias por pasar y un fuerte abrazo

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  9. El fantasma interior..... buena perspectiva para el concurso. Solo que este ha sido muy persistente y un tanto insolente. Creo lo mejor es no hacerle conversacion o termina uno siendo el fantasma del fantasma.

    Y cosa rara: Fantasma en frances (fantasme).... significa "fantasia"..... creo no se menciono pero supongo este fantasma es parte de una fantasia del prota. Eso si no te digo entonces como le dicen a los fantasmas en frances.... je je .... pero el interior es el te menciono

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    1. sorry, fe de erratas: "... es el que te menciono"

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    2. Pues me parece un juego de palabras fantástico, José, o lleno de fantasías. En el fondo tiene toda su lógica, o no, según se mire. Fantasmas internos, reales o no, no me gustan mucho, jejeje.
      Un abrazo

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  10. El narrador tiene un fantasma interior, que a su vez, tiene fantasma interiores.
    Saludos.

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  11. Ahora nos queda por conocer al fantasma interior del fantasma interior del fantasma interior del narrador... Pero como éste también tiene su fantasma, porque de eso nadie se libra... Seguiremos contando fantasmas hasta el infinito.
    Qué placer de fantasía...! Y qué bien narrado en esa segunda persona que nos sorprende con su carta final. Imaginación y destreza de una pieza, a bocajarro.
    Bárbaro!
    Un abrazo!

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    1. Eso es un bucle infinito que le vuela a uno la cabeza, Maite, madre mía, no lo había pensado así, pero eso da para una de las historia paranoicas que tanto me gustan, jeje. Muchas gracias por el aprote, y me encanta que te haya gustado.
      Muchas gracias por pasar y un fuerte abrazo

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  12. Genial, Pepe. Una vuelta de tuerca buenísima, le has dado al reto con ese fantasma interior tan quisquillosillo. Un relato original, divertido y muy ingenioso. Fantástico.

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    1. Los fantasmas interiores son lo peor de nosotros mismos, y en este caso quisquilloso a rabiar.
      Muchas gracias por pasar, Marta, me alegra mucho que te gustara.
      Un abrazo

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  13. Creo qie el fantasma exterior, el mellado, es el fantasma i terror de la doble personalidad del protagonista, que realmente no tiene ningún fantasma.
    Todo el diálogo con el mellado es narrado al oído por la doble personalidad.
    Todo esto lo deduzco por la grafía de los diálogos.Me gustaría ver cómo se enfrentaba a esto un corrector de estilo, ( bueno, como se llamen).
    se pondría a poner rayas y acotaciones en la primera parte cuando en realidad es una a narración.
    Si mi interpretación es errónea no se te ocurra decirmelo; tendría un trauma , o mucho peor , me nacería un... mejor no lo digo.
    Magnífica, Pepe
    Abrazoo y suerte

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    1. Madre mí, Gabiliante, si un corrector de estilo pillara este relato, o cualquiera de los míos, lo pondría de vuelta y media, y con razón, aunque ese trabajo sí que debe tener fantasmas internos, jajaja.
      Brillante deducción de la trama, compañero.
      Muchas gracias por pasar y un abrazo

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  14. ¡Caleidoscópico Progresivo Mesmérico Tratado Deontológico Sobre Los Ectoplasmas en Profundización Telescópica! Amén de Filosófico, lo que le da un hervor especialmente psíquico y de dilucidamiento a base de horas al amor de una hoguera. ¡¡¡¡¡¡¡ Bravo , Salado!!!!!!!!

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    1. Creo que es lo mejor que me han podido decir de algo que haya escrito, Juan. Y sin palabras me dejas, ya que de eso tú tienes mejor dominio. Solo déjame darte las gracias y compartir la alegría de que te gustara.
      Un fuerte abrazo

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  15. Hola Pepe que buen relato sin duda los traumas o fantasmas interiores no tienen paro. Enrevesada charla y a la vez engacha. Suerte. Un abrazo.

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  16. Quien dice fantasmas, dice algún tipo de problema mental... Quien hemos padecido algún tipo de enfermedad psíquica, sabemos que los fantasmas no existen, pero fastidian mucho.
    Muy bueno, porque casi al instante saqué la conclusión. Sabía que el narrador no era una oersona, sino algún tipo de pensamiento intrusivo.

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    1. Jejeje, brillante deducción, De la Flor. Espero que todo vaya bien.
      Un fuerte abrazo

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  17. Hola Pepe. ese fantasma interior como narrador es muy original , la conversación que mantiene es muy buena hasta llegar a ese final donde es otro fantasma interior se introduce en la narración.
    Un abrazo
    Puri

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  18. Original. Muy original. Enhorabuena, y suerte.

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  19. Siempre he creído que somos para nosotros mismos nuestro peor enemigo, así que lo de los fantasmas internos de los que nos hablas en este relato me encaja con eso.

    Muy bueno ese final.

    Un placer leerte. ¡Suerte en el reto!

    Un abrazo.

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    1. Eso es, nosotros somos nuestro peor enemigo, Rebeca.
      Celebro que te gustara.
      Un fuerte abrazo

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  20. Pepe, me alegra poder saludarte después de tanto tiempo. Tu relato me recuerda a cierto tractat que dejó Hesse dentro de una de sus historias. No por la forma, sino más bien por el subtitulo. Que igual no te queda ese traje, que a mi sí, o igual es el motivo de que te encuentre por esta dimensión.

    Porque de esto va tu relato, tal y como yo lo interpreto, de dimensiones. Pero no de *esas* dimensiones, sino de las de verdad. Que sometas a tan intensa tortura la jurisprudencia sobre el narrador en segunda persona —una segunda persona que, en este caso, tanto monta y monta tanto— es, aparte de un salto mortal de esos que roban el aliento, en mi poco recomendable opinión, una verdadera metáfora de este género. Si, eso merece explicación, desde luego.

    Porque el mundo de los espiritus va de dimensiones (triste latrocinio conceptual de una árida pero hermosa noción matemática). Existe una dimensión de lo real, esta desde la que te escribo, y existe otra, u otras, que surgen del imaginario colectivo, o de la cuenta de resultados de hollywood, o de aquel zangolotino que no quería acabarse la comida y la cosa fue haciendo bola de nieve. (nótese mi absoluto escepticismo sobre el asunto).

    Pero hay otras dimensiones, también sutiles, que si son muy de este mundo nuestro: está la dimensión del relato, la dimensión de lo que sabe el narrador, y la dimensión del propio autor. Si la segunda persona es de alguna forma una fusión del narrador con el autor —si no de facto, al menos de iure— ¿para qué diantre metes en el ajo también al protagonista? A no ser... claro... que estas dimensiones literarias que tan sutilmente prostituyes se conviertan en una metáfora jodidamente retorcida de aquellas otras dimenciones (las del todo a cien), lo que convierte un relato muy bueno, en un relatazo con dos pares de cojones, si se me permite el aumentativo.

    Con una salvedad: es como el citado tractat, solo para locos.

    Abrazos, enhorabuena por ese texto enorme y muchas gracias por volar alto y traer aire fresco.

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    1. Hola Isra, creo adivinar la genial novela de El lobo estepario de Herman Hesse con ese solo para locos, un libro que me encantó y que tengo a bien recaudo para sucesivas relecturas.
      Y hablando del relato, sin ser consciente de ello para cuando lo escribí, estoy totalmente de acuerdo con eso que hablas de las dimensiones. En esta me planteé esa que dices de romper alguna pared (no sé si lo conseguí) de poner al narrador/autor como protagonista final de la historia. Ya lo experimenté con otro relato "Trampantojo". Es una vuelta de tuerca que llegados al momento que se desvela intenta dar al traste con todo lo leído.
      En cuanto a forma, reconozco que el narrador en segunda persona (y si es en presenta creo que se acentúa), aunque al principio pueda otorgar cierta originalidad, su agresividad puede llegar a ser una tortura para el lector, o más que una tortura que sature al lector. En un relato corto puede funcionar muy bien, en novelas ya no sé, también dependería de la pericia del autor en saber utilizarlo.
      Me alegra mucho este tipo de comentarios, Isra. Ya he visto que en El Tintero has propuesto algo relacionado con el debate y puesta en común sobre los relatos. Me parece una gran propuesta. Ojalá podamos ampliar estas impresiones.
      Un fuerte abrazo!

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  21. ¡Hola, Pepe! Siempre se oye lo de los fantasmas interiores como una frase hecha. Pero esa mirada mutua, es para echarse a temblar. Digo que no me gustaría encontrármela, aunque tu relato nos lleva a la reflexión sin remedio. Esa segunda persona nos señala. ¡Uf!, qué yuyu. Estos dan más miedo que los de las sábanas blancas.
    Un abrazo.

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    1. Jajaj, no pretendía dar alas a nada que pueda campar por nuestra psique, Pilar, solo entretener, pero bueno, pensar tampoco está mal, jajaja.
      Un fuerte abrazo y gracias por pasar

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  22. Hola, Pepe. Gran relato, el punto de vista escogido te hace partícipe del encuentro entre fantasmas interiores y exteriores como si estuvieras allí mismo. ¿O como si fueras el fantasma? En cualquier caso, un texto genial que te envuelve. Enhorabuena por tu mirada excepcionalmente original del tema de esta edición. Suerte y un saludo.

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    1. Muchas gracias, Enrique, celebro que el relato te haya dado que pensar.
      Una abrazo

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  23. Jajaja, magnífico Pepe!!! Qué bien escribes!! Es todo, la originalidad, el estilo..... enhorabuena!!! Te mando un abrazo lleno de admiración.

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    1. Jo, Lola, y viniendo de ti estas palabras me sonrojan y llenan de orgullo.
      Muchas gracias por pasar y un fuerte abrazo

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  24. Hola Pepe,
    En tu relato existe mucha sabiduría, lo relatas a la perfección, con toques que dan esa pizca de atención a la lectura.
    Un abrazo y mucha suerte!!

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  25. Hola, Pepe. Fantástica conversación entre fantasmas. Los fantasmas interiores sí que existen. Muy bueno. Un abrazo

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    1. Yo creo que sí, Mirna.
      Muchas gracias por pasar y un fuerte abrazo

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  26. Hola, Pepe, acabas de demostrar que todos tenemos nuestros propios fantasmas y les hagamos o no caso ahí están siempre para darnos la turra. Yo al mío hago como que no lo veo porque el cabrito es a imagen y semejanza mía, así que ya te imaginarás lo cargante y pesado puede llegar a ser como le des palique.
    Prefiero al tuyo que es menos plasta, igual hacemos un intercambio de fantasma interior, no creo que sea ilegal.
    Saludos y suerte.

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