Hola a todos. Como bien sabréis, mi nombre es Pepe, Pepe de la Torre, o, de una forma más formal, José Espí Alcaraz. El motivo de que hoy me presente de este modo obedece a que hoy, valga la redundancia, es un día especial.
Especial.
Una palabra que depende de qué vocablos se le asocien puede encarnar una naturaleza u otra. ¿Qué esencia tiene entonces ese calificativo de "especial" hoy?
Bien, antes de abordar el tema, creo que tengo que hablar de este blog. Empecé en 2019 por una serie de coincidencias que de momento no vienen al caso. Durante mi aventura bloguera he tenido el placer de conocer a mucha gente, alguna de la cual he tenido un contacto casi continuo. Está David Rubio, Balas y Estrellas, Josep Mª Panadés, Retales de una vida, Chema (Macondo), Bitácora de Macondo, y una gran cantidad de compañeros que he ido conociendo en el El Tintero de oro. Y entre todos estos ha sido cuando he descubierto el blog de Tarkion y su bonita propuesta.
Como bien sabréis los que soléis visitarme, en este blog me limito a compartir relatos. Aunque en un inicio me planteé compaginarlo con otras actividades, como reseñas, cine o música. Sin embargo, al poco me di cuenta que lo que este espacio demandaba eran historias.
Abarco multitud de temas. Ciencia ficción, Noir, fantasía, narrativa…, pero hay uno que sobresale del resto: surrealismo.
En este tipo de historias siempre suelo usar un narrador en presente y en primera persona con una particularidad única: un personaje sin nombre. El narrador en cuestión se convierte en mi alter ego donde descarrío todas mis voces internas. Además, la pauta de no usar nombre dota al protagonista de un poder inmenso sobre el lector, ya que este no puede nombrarlo, y su visualización queda al amparo de lo que el narrador diga, piense o haga, pero con el aliciente misterioso de no saber nada más de él.
Sin embargo, unos años después de embarcarme en esta aventura bloguera, ocurrió algo, mientras escribía el relato titulado “La invasión”, que todavía no logro entender: mi alter ego eligió un nombre, y este no es otro que Ramiro Ramírez.
De verdad os digo que esto ocurrió sin que quisiera o me diera cuenta. Como si fuera algo propio de mi subconsciente.
—Nada de eso, Pepe —dice de pronto Ramiro, por lo visto está leyendo la entrada y eso no es bueno para lo que pretendo.
—¿Por qué?
¿Por qué? Solo tienes que verte en tus relatos.
—¿Que qué? Mira… me voy…, ¡te falta un tornillo!
Eso vete.
Bueno, perdonad esta pequeña trifulca. Nunca nos acabamos de llevar bien. Y no solo por lo que me hizo hace un año, motivo de este alegato, sino porque, al poco de aparecer, se adueñó de todos los relatos que al parecer yo escribía. “Trampantojo”, “La paradoja de los macarrones inertes” o “Autoretratos y sonrisas”, y muchos más. Y lo más fuerte es que yo no quería usar a Ramiro, y si lo hacía era sin tomar consciencia de ello. O eso pensé, al principio, ya que las cosas se tornaron un poco extremas.
Al paso de los meses, Ramiro se convirtió en el protagonista absoluto del blog. Los relatos se volvieron extraños, como si tuvieran un mensaje oculto. Fue entonces cuando fui consciente de que no era yo el que escribía esas entradas.
No obstante, tampoco le daba mucha importancia. Solo era un blog. O eso pensaba hasta el día que, en uno de mis relatos, recibí un comentario anónimo con un enlace web adjuntado que decía:
“No te atrevas a entrar”
Era de Ramiro, no me preguntéis por qué, pero lo sé. Y tampoco me preguntéis por qué, pero lo hice. Sí, a toro pasado es fácil ver las cosas, pero en ese momento, ¿qué podía pasar? Solo era un enlace, una frase con un código que me redireccionara a otra, ¿qué tenía eso de malo?
Todo.
Ese enlace me llevó a una entrada de título “La Entrada” donde Ramiro exponía una serie de sandeces sin sentido. Estaba enajenado. Lo peor de todo es que, cuando terminé de leerla, algo había cambiado: me quedé atrapado, incrustado en esa página, como si hubiera entrado en un mundo prohibido que no debiera.
Hoy es el aniversario de ese fatídico día. Un día especial, pero de forma intempestiva.
No sé qué tipo de brujería utilizó Ramiro, pero se adueñó por completo de mi vida y yo quedé transformado en una especie de fantasma de la vida bloguera. Estoy atrapado. No hay remedio, creedme. Lo he intentado todo. Emails, comentarios en blogs, incluso tratar de contactar con aquellas personas con las que tenía relación en este mundo. Pero ¿quién va a creer esta majadería?
Al poco, me rendí y me quedé vagando por este mundo. Por contrapartida, Ramiro siguió haciendo de las suyas. Los relatos de este blog aumentaban y con ello su reputación iba in crescendo. Incluso me utilizaba a mí de protagonista ("Zumbido"). Para postres, el cabronazo ha ido pasando de blog en blog, dejando impresiones y sembrando desdichas. Eso sí que no me gustó. Día a día lo veía hacer de las suyas mientras yo solo podía seguir su huella digital. Era frustrante.
Hasta hoy.
Sí. Hoy, justo en las primera horas del alba, su huella me ha llevado a un blog a muchos terabytes de distancia. Su nombre es tan simple como revelador: El Blog de Ramiro Ramírez. En él no paran de sucederse entradas, pero no en su nombre. Es como si ese blog ya no fuera de Ramiro, como si también le hubieran arrebatado su alter ego.
Llevo todo el día leyéndolo. Tiene entradas que son sublimes, aunque la mayoría son sosas y sin imaginación. No obstante, lo que más me ha enganchado es el comentario que deja Ramiro en cada una plagado de improperios. Estos sí que son imaginativos. Me lo he pasado en grande viéndole sufrir. Estaba siendo el mejor día de mi nueva vida hasta que he llegado a una entrada, que sí parecía escrita por Ramiro, en cuya caja de comentarios había uno muy familiar que decía: “No te atrevas a entrar” seguido de un enlace. Y, al pinchar en el susodicho enlace, he accedido a una entrada, titulada "La entrada", donde un texto lleno de majaderías dice algo parecido a ese que me dejó varado en este submundo.
En ese momento he podido sentir incluso el acelerado bombeo de mi corazón. Y es que, ¿es el tal Ramiro otro fantasma como yo que sufrió el mismo desdoble? ¿Es ese comentario una especie de ritual con el cual un alter ego fantasma puede salir de esta maldición para pasársela a otro? ¿Es eso lo que tengo que hacer para salir de esta pesadilla?
Por lo que he averiguado, para poder realizar el ritual se necesita elaborar una entrada y compartirla en algún blog justo al año de la desgracia…
Pero ¿será verdad? ¿Estoy majareta? ¿Seré capaz de aprovechar la iniciativa de Miguel Tarkion y dejar en su blog IAdicto Digital la frase anónima con el enlace de una entrada llena de majaderías titulada “La Entrada”?
No... Yo no soy así...
¿O sí...?