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El sueño



El sueño




—¿Qué haces?

—Tratar de despertarme.
—¿Y para eso tienes que traquetear la alhacena?
—Sí.
—Venga... ¿Qué haces?
—Te lo estoy diciendo, intento despertar.
—¿Te encuentras bien? Estás pálido. ¿Ha pasado algo?
—No, bueno, sí... Un sueño.
—¿Un sueño?
—Vivíamos al revés.
—¿Boca abajo?
—¡No! Caminábamos y hacíamos las cosas hacia atrás, ¡incluso hablábamos de espaldas!
—Qué paranoia...
—Luego, he despertado. Tenía el pijama puesto del revés.
—Eso pasa muchas veces.
—Ya, pero los calcetines...
—¿Qué?
—He abierto el cajón para coger un par... Están plegados del lado contrario.
—¿Y?
—¿No lo entiendes? ¡Sigo soñando!
—¡Los guardo así!, con un pequeño pliegue en la punta para facilitar su puesta, ¿nunca te has dado cuenta?
—No sé, tengo la misma sensación del sueño...
—¿Qué sensación?
—Mira la Alhacena. ¿Ves? ¡Todos los vasos están boca abajo!
—Pues como siempre. Todo es normal.
—Cuando soñamos también concebimos las cosas como "normales". Es despiertos cuando las vemos absurdas.
—Escucha: seguramente estés sufriendo un delirante bajón azúcar, pero no soñando.
—Por si acaso sigo poniendo los vasos derechos.
—¿Para qué?
—Quiero provocarme una especie de chispazo neuronal y despertarme.
—Será posible... ¿Has desayunado?
—No.
—Eso es.
—¿Tú crees?
—Exacto. ¡Siéntate!
—No quiero.
—¡Vamos!
—Está bien...
—¿Mejor?
—Creo que sí.
—¡Menudo largo y vívido duermevela te ha asaltado!
—Puede que tengas razón. ¡Qué apuro!
—Cálmate, ya pasó. ¿Desayunamos?
—Vale. Por cierto, ¿de dónde apareces tan temprano?
—Turno nocturno.
—¿Cómo?
—Ya sabes, esta semana trabajo de noche.
—¿Y dormirás de día?
—¿Cuándo quieres que lo haga?
—Joder...


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